El teléfono no había parado de funcionar a lo largo de la semana pasada intentando coordinar las agendas de tres amigos para poder juntarnos el pasado sábado a probar unos vinos de las hermanas Mugneret.
Parecía que iba a ser un tanto difícil juntarnos los cuatro y que cada uno aportase una botella (sin saber lo que aportarían los demás) de algún vino de esta excepcional bodega de la Côte de Nuits borgoñoña. Pero a última hora, y yo creo que gracias a la inspiración de Marie-Andrée y de Marie-Christine (las hermanas Mugneret), conseguimos arreglarlo para pasar una velada muy agradable compartiendo impresiones sobre esta expresión de la Pinot Noir.
Cuatro vinos, cada uno desconocía tres, y una larga tarde nos esperaban.
Si tuviera que calificar a este Domaine lo pondría en la parte top de mis preferencias por sus excelentes propuestas a unos precios más que razonables. En ese sentido, Borgoña es peligrosa porque grandes vinos los hay, pero grandes precios también y hay que intentar andar con cierto cuidado para no liquidar demasiado pronto algunos billetes. Había ahora que ver si las expectativas altas que otros vinos probados me han causado se cumplían y se reafirmaban durante esta tarde. Personalmente, la emoción o el estado de ánimo con el que me sentaba a la mesa eran realmente altos por esa grata preferencia que comentaba hacia esta casa.
El orden de los vinos fue un poco al azar. Solamente hubo una persona que propuso que el vino que traía se sirviera en último lugar. Caso le hicimos.
La primera copa que empezamos a degustar presentaba un color rojo cereza de media capa, con nariz de buena intensidad, aromas a cerezas y ciruelas, moras, un toque como de coco y chocolate fundido, tierra húmeda, todo sin destacar demasiado pero bien integrado, sutil, elegante. En boca estaba muy sabroso, buena acidez, tanino pulido, muy envolvente y sedoso, buena estructura y persistencia. Si tuviera algo más de profundidad ya podría parecer un auténtico vinazo pero le faltaba eso.
Resultó ser el Mugneret-Gibourg Vosne-Romanée 1999.
El segundo vino me pareció muy bebible y disfrutable, con aromas de frutillos rojos y negros, un punto láctico, terroso y especiado, de mediana intensidad aromática. En boca tiene una entrada mediana, sin mucha agresividad, buena acidez y tanino bastante pulido. Bastante largo, dejando en el postgusto recuerdos de la fruta roja y avainillado. Me pareció con algo menos de gancho que el primero y apostamos a que era un genérico del 2003-2004. Fallamos en el año ya que era un 2002: Mugneret-Gibourg Bourgogne 2002
El tercer vino fue aporte del que suscribe. Se mostraba bastante primario todavía en sus inicios aromáticos. Buenos inicios a base de bayas rojas, notas ahumadas y florales, clavo y nuez moscada, un toque como de mostaza y suaves notas avainilladas y de chocolate negro. En boca el vino se muestra muy vivo, excelente acidez, profundo, con un tanino por redondearse todavía, muy largo, dejando sensaciones de bayas rojas, vainilla y florales en el postgusto. Uno dijo que le recordaba a los Chambolle jóvenes y no iba mal encaminado ya que fue el Georges Mugneret Chambolle-Musigny 1er Cru Les Feusselottes 2001. Desde mi punto de vista, como vaya envejeciendo bien hay aquí un “monstruo” de Chambolle.
Si tuviera que calificar a este Domaine lo pondría en la parte top de mis preferencias por sus excelentes propuestas a unos precios más que razonables. En ese sentido, Borgoña es peligrosa porque grandes vinos los hay, pero grandes precios también y hay que intentar andar con cierto cuidado para no liquidar demasiado pronto algunos billetes. Había ahora que ver si las expectativas altas que otros vinos probados me han causado se cumplían y se reafirmaban durante esta tarde. Personalmente, la emoción o el estado de ánimo con el que me sentaba a la mesa eran realmente altos por esa grata preferencia que comentaba hacia esta casa.
El orden de los vinos fue un poco al azar. Solamente hubo una persona que propuso que el vino que traía se sirviera en último lugar. Caso le hicimos.
La primera copa que empezamos a degustar presentaba un color rojo cereza de media capa, con nariz de buena intensidad, aromas a cerezas y ciruelas, moras, un toque como de coco y chocolate fundido, tierra húmeda, todo sin destacar demasiado pero bien integrado, sutil, elegante. En boca estaba muy sabroso, buena acidez, tanino pulido, muy envolvente y sedoso, buena estructura y persistencia. Si tuviera algo más de profundidad ya podría parecer un auténtico vinazo pero le faltaba eso.
Resultó ser el Mugneret-Gibourg Vosne-Romanée 1999.
El segundo vino me pareció muy bebible y disfrutable, con aromas de frutillos rojos y negros, un punto láctico, terroso y especiado, de mediana intensidad aromática. En boca tiene una entrada mediana, sin mucha agresividad, buena acidez y tanino bastante pulido. Bastante largo, dejando en el postgusto recuerdos de la fruta roja y avainillado. Me pareció con algo menos de gancho que el primero y apostamos a que era un genérico del 2003-2004. Fallamos en el año ya que era un 2002: Mugneret-Gibourg Bourgogne 2002
El tercer vino fue aporte del que suscribe. Se mostraba bastante primario todavía en sus inicios aromáticos. Buenos inicios a base de bayas rojas, notas ahumadas y florales, clavo y nuez moscada, un toque como de mostaza y suaves notas avainilladas y de chocolate negro. En boca el vino se muestra muy vivo, excelente acidez, profundo, con un tanino por redondearse todavía, muy largo, dejando sensaciones de bayas rojas, vainilla y florales en el postgusto. Uno dijo que le recordaba a los Chambolle jóvenes y no iba mal encaminado ya que fue el Georges Mugneret Chambolle-Musigny 1er Cru Les Feusselottes 2001. Desde mi punto de vista, como vaya envejeciendo bien hay aquí un “monstruo” de Chambolle.
El cuarto y último vino presentaba menos capa de color (había algunos años detrás en aquella botella, pensamos) y unos aromas diferentes, más matices.
Una nariz tremendamente profunda, intensa y compleja, conservando muchas notas de juventud en sus aromas de frutas rojas, aparecen recuerdos florales como de lilas y violetas, frutas negras, notas de ceniza, vainilla y cacao, y una brutal mineralidad.
En la boca el vino es bastante potente, nada que ver con los probados anteriores, pero maravillosamente elegante y equilibrado. Con grandísima acidez y un tanino presente, ofrece registros afrutados, recuerdos de su paso por barrica, muestra mucha viveza en la boca. Largo, eterno.
No sabía lo que había en la copa pero solamente se me ocurría una cosa: Clos de Vougeot. Parcela mítica con sus aciertos y fracasos (que los hay, ya que en tanto terreno hay grandes diferencias de unas zonas a otras y de unos elaboradores a otros), pero aquí me parecía que estaba ante lo mejor que me he encontrado hasta el momento de esa parcela y posiblemente entre los tres o cuatro mejores vinos que he probado de Borgoña. Se me rompían los esquemas.
Pues era un Clos: Domaine Mongeard-Mugneret Clos de Vougeot Grand Cru 1993
Simplemente inolvidable.
La satisfacción por la jornada había sido máxima y salí con la sensación de reafirmarme en lo que comentaba inicialmente sobre mi admiración ante los vinos de estas hermanas. Muy grandes.
Una nariz tremendamente profunda, intensa y compleja, conservando muchas notas de juventud en sus aromas de frutas rojas, aparecen recuerdos florales como de lilas y violetas, frutas negras, notas de ceniza, vainilla y cacao, y una brutal mineralidad.
En la boca el vino es bastante potente, nada que ver con los probados anteriores, pero maravillosamente elegante y equilibrado. Con grandísima acidez y un tanino presente, ofrece registros afrutados, recuerdos de su paso por barrica, muestra mucha viveza en la boca. Largo, eterno.
No sabía lo que había en la copa pero solamente se me ocurría una cosa: Clos de Vougeot. Parcela mítica con sus aciertos y fracasos (que los hay, ya que en tanto terreno hay grandes diferencias de unas zonas a otras y de unos elaboradores a otros), pero aquí me parecía que estaba ante lo mejor que me he encontrado hasta el momento de esa parcela y posiblemente entre los tres o cuatro mejores vinos que he probado de Borgoña. Se me rompían los esquemas.
Pues era un Clos: Domaine Mongeard-Mugneret Clos de Vougeot Grand Cru 1993
Simplemente inolvidable.
La satisfacción por la jornada había sido máxima y salí con la sensación de reafirmarme en lo que comentaba inicialmente sobre mi admiración ante los vinos de estas hermanas. Muy grandes.
Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)
2 comentarios:
Me has dado una gran idea para mi próxima reunión masculina del mes de febrero.
Gracias y a mandar.
¿Probaréis "hermanas"? :-)
Un saludo y ya contarás
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