domingo, 14 de septiembre de 2008

Aire serrano, unos vinos y charleta

La situación había coincidido con mi aterrizaje en Madrid procedente de Hamburgo en las semanas previas a la preparación de ese momento importante para el viñedo. Como siempre, no había nada preparado de antemano salvo que íbamos a quedar para tomar unos vinos. Ese tipo de improvisaciones cada día me gustan más…

Nos juntamos seis personas en un retiro de la sierra madrileña y empezaron a aparecer una serie de quesos, salchichas alemanas, confit de pato…y unas cuantas botellas. Hubo de todo, desde el Loira al Penedés, algo de Italia, algo alemán…vamos, un buen recorrido geográfico en forma de botellas de vino. Hasta el compañero Carroquino se nos unió desde las Islas Canarias vía Nahe-Logroño.


El cónclave estaba reunido: "Habemus Vinum".

Empezamos con un François Chidaine “Les Choisilles” 2004 de Montlouis-sur-Loire. Bonito vino del que estoy seguro que si hubieran aparecido más botellas nos las hubiéramos terminado sin problemas. Se bebe plácidamente tras aparecer con una nariz bastante fresca y mineral, tiene un leve toque como botritizado pero muy sutil, y en boca presenta un equilibrio tan delicioso que da lástima acabarte la copa. Bien estructurado, con su justo punto en todo.

La parte alemana vino representada por el Maximin Grünhäuser Abtsberg Spätlese 1997. Vino delicioso. Si alguien quiere reconocer aromas de Riesling asociados a hidrocarburos, este vino es un buen ejemplo ya que la primera toma de contacto con las fosas nasales muestra estos aromas y en buena intensidad. La aireación le viene bien, y muestra más paleta mineral, algo de almíbar y de fruta cítrica. La boca es deliciosa, nada cansina, bien equilibrado, vibrante en el final largo que posee. Una gozada que unida a alguno de los quesos presentes elevaba el disfrute a una potencia más alta. Si le faltase algo a lo que bebimos…sería que la botella hubiese sido de 3 litros.

La noche blanca había terminado en nuestro caso y todo lo que iba a descorcharse posteriormente iban a ser vinos tintos.
Empezamos con un mágnum un tanto especial. Se trataba de Can Rafols dels Caus Reserva Especial 20 Aniversario 1998. Un Cabernet que me ha parecido muy bien interpretado, algo sucio en su nariz inicial pero evoluciona favorablemente a lo largo de la noche. Pienso que todavía se encuentra en una fase ascendente, por integrarse todavía algo más (si es que lo hace) esa madera que aparece pero que no consigue molestar en exceso. Sus toques de frutas maduras y de aromas especiados me parecen elegantes, sin ser obscenos. En boca me seduce todavía más, con buena estructura, de buen cuerpo y agradable postgusto y longitud. Grata incursión.

Lástima del Château de la Gardine 1988.

Por seguir con vinos cabernet izados nos fuimos a la márgen izquierda bordelesa, hacia Saint-Julien. El Château Ducru-Beaucaillou 1975 presentaba una buena capa típica de color, y en nariz se mostraba algo tímido en sus inicios. Siempre me han parecido vinos musculosos, con nervio y con un carácter que me los sitúan como mi opción favorita en esta zona bordelesa, al menos dentro de lo que he podido probar. La nariz era un conjunto de flores secas, matices húmedos, fruta negra madura, restos de tostados, chocolate negro y moka, café, no excesivamente intensa a medida que se iba abriendo pero sí bastante compleja y elegante. En boca el vino está algo más recio y juvenil que lo que me mostraba en nariz, tiene una buena acidez y un tanino de la fruta realmente agradable. Es bastante persistente, con buena estructura y un postgusto bastante terroso y de nuevo con sensaciones de ciruela, arándanos, chocolate fundido…Me ha parecido más que interesante, prueba (una vez más) de que en añadas en teoría menores se pueden encontrar momentos muy placenteros.

El Foradori Granato 2001 se mostraba un tanto uniforme en la nariz, iba en la línea caramelizada y con toques golosos tipo mermelada. De intensidad iba muy bien pero su complejidad se veía ensombrecida si se comparaba con otras opciones bebidas anteriormente. En boca sí se mostraba alegre, bien equilibrado, con un postgusto también algo uniforme. Quizá fue la opción tinta que menos me convenció hasta ese momento.

Pero el chasco mayor llegó con el siguiente vino. Había tenido una experiencia realmente deliciosa con un Mauro Vendimia Seleccionada 1994 pero este 1998 era una opción realmente interesante para aquellos que van en busca de estanterías de madera para amueblarse una habitación. A lo mejor con más tiempo esto se integra y tenemos un ejemplo como ese 1994, pero por el momento…lo mejor era pasar a la siguiente opción de Pinot Noir.

Y la verdad es que el Drouhin Romanée St Vivant 1994 lo servimos más fresco de lo que debíamos. Que se fuera calentando en la copa.


El vino iba gustando por momentos cada vez más. Estaba empezando a ser bonito. Violetas, cerezas, algo de cacao…faltaba más intensidad. El frío del vino no permitía mucho más. Al rato olía mejor, toques de tierra, chocolate fundido, algo de fruta negra, seguían las flores. Muy bonito. En boca podría parecer que sería un vino frágil pero el vino mostraba lo contrario. Buena estructura, acidez y taninos en equilibrio agradable, se desarrolla muy bien en el paso medio. Bastante largo. Los últimos sorbos me supieron cada vez mejor…Deliciosa opción.

Terminamos con un Jean Leon Gran Reserva 1991 (que inicialmente no pensábamos abrir) de la D.O.Penedés, volviendo de nuevo a los inicios con la Cabernet mayoritariamente. No se conserva nada mal este vino, con buena intensidad aromática desde sus inicios ahumados, gama de aromas animales y especias, fruta madura y toques minerales. En boca está pleno de intensidad, acidez alta, tanino elevado también, con volumen en boca, persistencia media y postgusto especiado.

Hubo alguna cosa más riojana que salió muy disfrutable también. Eran casi las 2 de la mañana (o sin el casi) y la noche había salido redonda, fresquita con la sierra cercana pero llena de comentarios, experiencias y charlas realmente divertidas. Esto es lo que hace que estos momentos sean inolvidables.

Como todo no podía ser tan estupendo, he aquí un palo que me voy a permitir dar. Giro completamente de temática y me voy al musical, al rock duro. Concretamente me dirijo a un grupo que nunca estuvo entre mis favoritos pero que algunas canciones suyas sí me convencieron años atrás. Me refiero a Judas Priest.

Ha llegado a mis oídos alguna grabación de su último disco: “Nostradamus”. No se lo recomiendo, aunque para gustos…colores. Por favor, Mr. Rob Halford, vuelvan a lo que fueron. Me quedo con ellos en su estado más puro:

http://es.youtube.com/watch?v=RzpHmbwqHLM

Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)

2 comentarios:

Olaf dijo...

Esto es como el jazz, la improvisación acaba siendo lo mejor. Yo me lo pasé de maravilla y mira que venía cansado de todo el viaje.
El Mauro... no se, no comprendo como el mismo hombre que hizo aquel Vega Sicilia que bebí hace unas semanas ha podido hacer este vino.
En fin, habrás cogido buenas energías para la vendimia venidera.
Saludos

Olaf

IGLegorburu dijo...

Sí, lo pasamos muy bien.

Respecto a lo que comentas del vino, igual la uva de origen y la finura en barrica tienen algo que ver. Una merluza mediocre ni el mismo Adriá la transforma.

Ya sabes el típico axioma vitivinícola:

Con una buena uva se puede hacer buen o mal vino, con una uva mala es imposible hacer buen vino.

Y la pregunta de siempre ¿tiene acceso Vega Sicilia a la misma uva que tenía hace treinta años cuando no había tantas bodegas en la zona?

Tantos viticultores han hecho bodega...

Estoy con un Palo Cortado de 30 años de Bodegas Tradición y unos solomillos a la plancha. Acojona y me hace ser un poco capullo.

Un saludo