A las 12.00 del mediodía estábamos citados unos cuantos amigos en la puerta de la antigua bodega de CVNE en Haro para hacer la cata de añadas antiguas que cada año realiza el Diario de La Rioja en una bodega centenaria de dicha Comunidad Autónoma. Como podréis suponer, uno iba con ganas ante semejante oportunidad de probar unos vinos que forman parte de la historia más viva riojana y del patrimonio vitivinícola nacional y que, y tras la jornada pienso que puedo reafirmarme en esto, no creo que vuelvan a realizarse jamás. El viñedo ha cambiado, las técnicas de elaboración también y ello nos lleva a que los vinos son diferentes. Que sean mejores o peores ya depende de la subjetividad de cada uno pero diferentes sí pienso que son. De hecho, personalmente en la cata que hemos hecho aprecio dos estilos bastantes diferenciados: pre años 80 y post años 80.
El día había salido desapacible, con cierta lluvia y bastante frío en el cuerpo; gente aún sin vendimiar en las zonas más frías riojanas y una historia por delante que íbamos a intentar ir desgranando entre pequeños sorbos de sus dos vinos más emblemáticos: Viña Real Gran Reserva e Imperial Gran Reserva.
Tras un breve paso por la sala de elaboración de los vinos Imperial y sus tinos de roble y la restaurada sala de barricas fuimos a un acogedor salón en donde un amplio despliegue de copas se abalanzaba sobre la mesa.
Íbamos a empezar por Viña Real, marca creada en los años 40 gracias al llamado “Camino Real” en donde estaban parte de sus viñedos de Elciego (Álava). Viña Real siempre se ha caracterizado por ser elaborado principalmente con uvas de Rioja Alavesa frente a los Imperiales que llevan más uva de la Rioja Alta. Al ser así, los Viñas Reales tienen un pequeño matiz más mediterráneo que los Imperiales, con menos acidez total, algo más de robustez como apuntan desde la bodega, y bueno, desde mi punto de vista una mayor estructura que el Imperial, al que encuentro un vino más sutil, más delicado, con más acidez total. Bueno, cuenten también con la importante colaboración de uvas de la Rioja Baja. Indispensables en la estructura y “chicha” del vino.
Ya sabéis que en el 2004 se inauguró la nueva bodega en Laguardia, con ese aspecto circular característico y en pleno desmonte. Pero bueno, estos vinos que íbamos a probar se hicieron en esta bodega antigua de Haro.
Empezamos con el Viña Real Gran Reserva 1987. Fue una cosecha larga precedida de un clima bastante continental, con invierno muy duro y un clima bastante caluroso en el verano.
El vino aparece bastante limpio, con un color atejado leve. A copa parada presenta buena intensidad olfativa, con ligeros aromas reductivos. Entre ello se adivinan frutos secos, toques de café, aromas de fruta en licor. No es particularmente compleja ni intensa.
En boca la entrada es bastante suave, con ligera acidez y algo amargoso en su paso final, demostrando la presencia viva de ese tanino poderoso.
Poco a poco fue escondiéndose en la cata y quedando por detrás de otros vinos de cosechas anteriores.
El siguiente fue un tremendamente extraño Viña Real Gran Reserva 1975. Cosecha con un invierno muy seco pero abundantes precipitaciones en primavera. Lo que más destacaba de este vino era su nariz recordando a verduras cocidas, entre mezcla de habas, judías verdes y que enmascaraba todo lo demás.
Quiero pensar que es una característica puntual de la botella ya que de hecho abrimos otra de la misma añada y la sensación esa también aparecía pero en menor intensidad, mostrando una mayor gama de torrefactos, aromas licorosos, compota, etc..
En boca, la noto un poco más barnizada, con menos tanicidad que el 87 y con menos persistencia. Más hecha y redonda pero menos electrizante.
El Viña Real Gran Reserva 1973 para mi supone un salto importante. A pesar de su ligera capa de color el vino presenta otra paleta olfativa distinta, con más toques de hongos, humedad, tierra, e incluso un aroma algo extraño que a mi me recordaba al agua de las latas de espárragos. Pero se aprecia más gama, más matices.
En boca la entrada es aterciopelada, más elegante en su desarrollo que los vinos anteriores, con buena acidez y excelente profundidad. Este vino para mi supuso subir un peldaño antes de llegar a la excelencia del siguiente.
Y ese siguiente fue un Viña Real Gran Reserva 1962. Aunque se mostraba el capullo de él muy tímido en la nariz, con el paso del tiempo fue a más y más. Con una nariz más confitada y a la vez más terrosa y con toques de hojas secas y ligeros florales, conserva una elegancia que la hace francamente interesante.
Pero es la boca donde el vino se me convierte en tremendamente soberbio, con una estructura deliciosa y un desarrollo que va ampliándose por el paladar y dejando un postgusto largo, con un tanino bien presente y equilibrado con esa acidez y pequeña golosidad final. Fantástica elegancia..
El primer Imperial Gran Reserva 1988 mostraba un color algo brillante. Limpio en vista pero con una fase láctica en aromas algo presente Mostraba esquemas más maderísticos, más aporte de cacao, tostados, café. Desarrolla buen paso por boca, con buena acidez aunque al principio la entrada es demasiado sutil.
No sé si ha sido una mera percepción mía pero me parece un estilo algo diferente a los otros Imperiales que vinieron a continuación.
El Imperial Gran Reserva 1976 lo acogí con cariño ya que siempre uno acude con gusto a probar un vino de su año de nacimiento. Apareció mucho más turbio que todos los vinos anteriores, al menos mi copa, y muestra mucho cacao, toques florales y fruta confitada en la nariz. En su movimiento se aprecia un cierto volumen superior a los otros vinos. En la boca presenta un buen equilibrio, sin nada que destaque pero con una redondez deliciosa y un final de buena longitud. Muy rico.
Por último, el Imperial Gran Reserva 1968 mostraba unos tonos más ocres en su color, pero una nariz franca desde el principio, intensa y compleja, con abundantes sensaciones de bombones, frutos secos, higos y pasas, hojarasca y un matiz terroso. Una boca apabullante, con buena acidez, estructurada y a la vez equilibrada, largo, inmenso.
Parece ser que tras lo probado uno se queda con el Viña Real Gran Reserva 1973 y sobre todo 1962, así como el Imperial Gran Reserva 1968. Bueno, cuestión de gustos :-)
Agradecer a la bodega la magnífica oportunidad que nos han dado de probar estos fantásticos vinos, y por supuesto a los amigos del Diario de La Rioja por hacerme partícipe de estos momentos de auténtico disfrute.
A todos, un saludo y muchas gracias.
A todos, un saludo y muchas gracias.
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The Show Must Go On (Queen)