Había pensado no hacer comentarios y poner solamente las fotografías del fantástico fin de semana que hemos vivido de la mano de Andrés Conde en tierras cántabras algunos amigos de la Peña El Sarmiento porque cualquier palabra que pueda decir se queda corta ante las sensaciones vividas, pero al final haré algunos (pocos) comentarios relatando lo sucedido.. Una exaltación de la pasión por la amistad, por el mundo del vino, por la materia prima en la cocina, por la simpatía, por la cordialidad, y más. Eso ha sido lo sucedido.
Habíamos quedado a las 14.00 de la tarde en ese templo que es la Bodega Cigaleña y Andrés no recibió como en él es habitual. Familiar, humilde, magnífico profesional, con menos pavoneo que otros de su ramo pero con más materia gris en su bien amueblada cabeza, dispuesto a ofrecernos el buen hacer al que acostumbra en la capital cántabra.
¿Qué os apetece comer? ¿Qué os apetece beber?
Nuestra respuesta fue unánime: “Tú mandas Andrés”
La última vez que estuvimos comimos íntegramente con vinos blancos y esta vez fue todo tintos salvo un aperitivo a base de champagne. Así, apareció en la mesa un excelente plato de cecina, jamón y tomate junto a un Egly-Ouriet Brut Tradition Grand Cru. Un champagne fresco, con una nariz bastante mineral y cítrica, de buena intensidad. En boca es equilibrado, largo, con buena persistencia y muy personal e interesante. Perfecto para empezar.
Andrés nos propone unas kokotxas a la plancha deliciosas (plato al que no hago ascos ya que esta parte gelatinosa del pescado se encuentra entre mis favoritas) y aparece con una botella bordelesa bajo el brazo: Château Lafite-Rothschild 1973. Un Pauillac con casi 35 añitos que apareció con un bonito color rojo parduzco. En nariz le costaba expresarse un poco, aromas a humedad, hojas secas, hongos, madera vieja en sus inicios, pero al meterlo en la boca es elegancia y potencia unidas en un sorbo. Para mi, delicioso en la boca (mejor que en la nariz). Muy largo, intenso, vivo, sedoso, envolvente. Buf, muy bueno.
No dijimos que no a unas excelentes mollejas de cordero junto a un excelente Château de la Gardine 1969. Un Chateauneuf du Pape que sorprendentemente aparece más vivo que el vino anterior. Un poco turbio en el color, una nariz intensa, fruta licorosa, profunda, aromas un poco cárnicos iniciales, cueros, maderas suaves. En boca tiene tremenda acidez, tanino bien pulido, largo, intenso, más rústico que el anterior. Diferente pero encantador.
Habíamos quedado a las 14.00 de la tarde en ese templo que es la Bodega Cigaleña y Andrés no recibió como en él es habitual. Familiar, humilde, magnífico profesional, con menos pavoneo que otros de su ramo pero con más materia gris en su bien amueblada cabeza, dispuesto a ofrecernos el buen hacer al que acostumbra en la capital cántabra.
¿Qué os apetece comer? ¿Qué os apetece beber?
Nuestra respuesta fue unánime: “Tú mandas Andrés”
La última vez que estuvimos comimos íntegramente con vinos blancos y esta vez fue todo tintos salvo un aperitivo a base de champagne. Así, apareció en la mesa un excelente plato de cecina, jamón y tomate junto a un Egly-Ouriet Brut Tradition Grand Cru. Un champagne fresco, con una nariz bastante mineral y cítrica, de buena intensidad. En boca es equilibrado, largo, con buena persistencia y muy personal e interesante. Perfecto para empezar.
Andrés nos propone unas kokotxas a la plancha deliciosas (plato al que no hago ascos ya que esta parte gelatinosa del pescado se encuentra entre mis favoritas) y aparece con una botella bordelesa bajo el brazo: Château Lafite-Rothschild 1973. Un Pauillac con casi 35 añitos que apareció con un bonito color rojo parduzco. En nariz le costaba expresarse un poco, aromas a humedad, hojas secas, hongos, madera vieja en sus inicios, pero al meterlo en la boca es elegancia y potencia unidas en un sorbo. Para mi, delicioso en la boca (mejor que en la nariz). Muy largo, intenso, vivo, sedoso, envolvente. Buf, muy bueno.
No dijimos que no a unas excelentes mollejas de cordero junto a un excelente Château de la Gardine 1969. Un Chateauneuf du Pape que sorprendentemente aparece más vivo que el vino anterior. Un poco turbio en el color, una nariz intensa, fruta licorosa, profunda, aromas un poco cárnicos iniciales, cueros, maderas suaves. En boca tiene tremenda acidez, tanino bien pulido, largo, intenso, más rústico que el anterior. Diferente pero encantador.
Nos comenta Andrés que si nos gusta el faisán. Asentimos y nos dice que le han traido uno cazado por un familiar en el Loire, que es auténtico del valle. Pues adelante…¿Y de vino? Pues os va a sorprender pero os sacaré un vino con más cuerpo que los anteriores aunque a priori igual pensáis que no. Y aparece con un Viña Tondonia Tinto 1934. Con más color que los anteriores, una nariz intensa, especias, hongos, hojarasca, flores secas, fondo de cueros y tierra húmeda. En boca es vivo, efectivamente con un gran cuerpo y estructura, acidez y tonicidad en consonancia perfecta con el grado, elegante, largo. Un vinazo, para aquellos que dicen que los vinos de esta casa no tienen estructura. Totalmente imprescindible.
El faisán estaba excepcional. Creo que tenemos que mandar a alguien a por más :-))
Pedimos para terminar unos chuletones troceados y comentamos con Andrés con qué vino acompañarlo. Acordamos un Vega Sicilia Reserva Especial “Único”con fecha de embotellado 1982. Es un vino con mezcla de tres añadas de unos 40 años de antigüedad, así que estamos hablando de los VS de los años 40. Fíjense en la foto en la composición varietal. Curioso, ¿verdad?. Un vino con bonito color rojo granate, de capa media y bien conservada. Una nariz cerrada durante aproximadamente la primera hora del vino en la copa y luego se expresa tímidamente pero cada vez va a más. Aromas ahumados, cueros, especias intensas, un recuerdo a hierbas aromáticas, caramelo tostado, y va a más. Delicioso, así como en la boca, elegante, con buena acidez, tanino pulido, muy largo, elegante. Son muchas sensaciones las que me ha producido este vino. Emocionante.
Con los quesos Andrés nos propone unos zumos. Pero no unos Granini ni Zumosol, no. Nos vamos a Lyon a probar el trabajo que hace Alain Milliat. Zumos deliciosos, y me considero no muy “zumero”, pero las concentraciones que nos proponen estas elaboraciones son superlativas. Un grato abandono del alcohol.
Pedimos para terminar unos chuletones troceados y comentamos con Andrés con qué vino acompañarlo. Acordamos un Vega Sicilia Reserva Especial “Único”con fecha de embotellado 1982. Es un vino con mezcla de tres añadas de unos 40 años de antigüedad, así que estamos hablando de los VS de los años 40. Fíjense en la foto en la composición varietal. Curioso, ¿verdad?. Un vino con bonito color rojo granate, de capa media y bien conservada. Una nariz cerrada durante aproximadamente la primera hora del vino en la copa y luego se expresa tímidamente pero cada vez va a más. Aromas ahumados, cueros, especias intensas, un recuerdo a hierbas aromáticas, caramelo tostado, y va a más. Delicioso, así como en la boca, elegante, con buena acidez, tanino pulido, muy largo, elegante. Son muchas sensaciones las que me ha producido este vino. Emocionante.
Con los quesos Andrés nos propone unos zumos. Pero no unos Granini ni Zumosol, no. Nos vamos a Lyon a probar el trabajo que hace Alain Milliat. Zumos deliciosos, y me considero no muy “zumero”, pero las concentraciones que nos proponen estas elaboraciones son superlativas. Un grato abandono del alcohol.
Con el hojaldre descorchamos un vino ya conocido por nosotros: Vin D`Autan de Robert Plageoles & Fils 2003. Delicioso como la última vez probado.
Sobremesa (eran cerca de las 18.00 de la tarde) con los cafés, con el Lafite, con el Gardine, con el Tondonia, con el Vega Sicilia. Cuatro vinos que me gustaron, cuatro estilos diferentes. Lo mejor: disfrutar de los cuatro.
Era hora de que todos descansáramos y así hicimos. Por la noche volveríamos a visitar a Andrés para picar algo. Suave…¿habría vino?
21.30 de la noche. Croquetas, ventresca, sardinas marinadas, unos revueltos y decimos a Andrés que algo de vino blanco vamos a tomar. Aparece en escena un vino llamado Castil Corvo de Bodegas Franco Españolas de Logroño. Sin añada, sin datos. Por el tipo de corcho, por la cata con Andrés, por el estilo de vino intentamos deducir si será de finales de los años 40. Muy integrado el vino, no muy intenso, con buena estructura, un poco falto de viveza. Mediana persistencia.
Decidimos pedir otra botella: López de Heredia Blanco Cepa-Graves Cuarto Año 1950. Color parecido al de un amontillado, incluso con aromas ajerezados. Es intenso, complejo, matices amielados, fruta pasa, compota, matices acaramelados, fondo de madera y cueros no muy intensos, profundo. Muy interesante. En boca es una pasada, fresco, vivo, con volumen, ligera untuosidad, todo muy bien puesto, nada cansino. Una maravilla de vino.
Sobremesa (eran cerca de las 18.00 de la tarde) con los cafés, con el Lafite, con el Gardine, con el Tondonia, con el Vega Sicilia. Cuatro vinos que me gustaron, cuatro estilos diferentes. Lo mejor: disfrutar de los cuatro.
Era hora de que todos descansáramos y así hicimos. Por la noche volveríamos a visitar a Andrés para picar algo. Suave…¿habría vino?
21.30 de la noche. Croquetas, ventresca, sardinas marinadas, unos revueltos y decimos a Andrés que algo de vino blanco vamos a tomar. Aparece en escena un vino llamado Castil Corvo de Bodegas Franco Españolas de Logroño. Sin añada, sin datos. Por el tipo de corcho, por la cata con Andrés, por el estilo de vino intentamos deducir si será de finales de los años 40. Muy integrado el vino, no muy intenso, con buena estructura, un poco falto de viveza. Mediana persistencia.
Decidimos pedir otra botella: López de Heredia Blanco Cepa-Graves Cuarto Año 1950. Color parecido al de un amontillado, incluso con aromas ajerezados. Es intenso, complejo, matices amielados, fruta pasa, compota, matices acaramelados, fondo de madera y cueros no muy intensos, profundo. Muy interesante. En boca es una pasada, fresco, vivo, con volumen, ligera untuosidad, todo muy bien puesto, nada cansino. Una maravilla de vino.
Era la hora de despedirnos, de agradecer el trato dispensado en la Bodega Cigaleña por Andrés y su gente y de homenajear al buen uso de la materia prima y al excelente y único trato que dan al vino. Se lo agradecemos de verdad, de corazón…pero no era una despedida formal. Era un “hasta luego” porque al día siguiente nos esperaba una comida, una jornada que iba a ser especial. Por supuesto se iba a venir Andrés…y Anselmo estaba preparado para una jornada organizada con antelación. Esta vez, el vino lo llevaba cada uno y el viaje nos iba a llevar por muchas zonas diferentes.
Lugar de salida: Mogro (Cantabria)
(Continuará)
Lugar de salida: Mogro (Cantabria)
(Continuará)
7 comentarios:
No me quiero imaginar lo que tendrá la bodega de la Cigaleña... Porque siempre que acabais allí, tela las joyitas que os bebeis. Un Tondonia del 34... Por cierto, que vino es el Cepa Graves de Tondonia, no lo había oido nunca. Quedamos a la espera de la parte 2.
Que bien, vives, yo quiero ser como tú.
Olaf, lo que tiene es que nos hace sentirnos como en casa.
No solamente hay "Cepa Graves", si no "cepa Sauternes", "cepa Medoc", "cepa Borgoña" "cepa Medoc Vendimia Especial (Alambrada)", "cepa Barsac"...nomenclatura riojana de la época.
Emilio, menos cachondeo...que seguro que ayer disfrutaste como un cosaco. Y espera al sábado...
Tomando el Vega Sicilia recordé nuestra visita a la bodega, hace ya unos cuantos y hermosos años ¿te acuerdas? ¡Y hasta hubo tortilla y jamón...! Ya sabes que fue lo más interesante que hicimos con el ex-Minister...
Un saludo
¡¡¡ Fantástica comida !!! Qué sana envidia entra leyendo esto. Esperamos la prometedora continuación ¿Puede ser mejor que esto?
Pues como tenga que ver con las notas de cata que esta colgando Letroncio en verema... menuda segunda parte nos espera.
Hola Iñaki, para la proxima en lugar de Madrid haciendo un esfuerzo me puedo apuntar a una de estas. ¡¡¡Que gozada de velada, no?? menudas joyas, serás...
Que envidia, y no sana, ;-))
Saludos
Carlos
hola se que ha pasado mucho tiempo desde la publicacion de tus aventuras gastronomicas en Cantabria, pero me ha llamado la atención, aparte de lo evidente de la calidad de los caldos, el Chateau Gardiner 1969. Ultimamente me he hecho con uno del que me consta, creo, buena conservación.
Como veo que eres entendido, me gustaría consultarte, si no es molestia, cómo ves tú el consumo de esa botella; aunque veo que los vinos "viejos" también están en forma.... Cómo me acosejarías tomarlo y qué te parece la idea. Muchas gracias
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