Recién llegado de Nueva York (ya contaremos con detalle los disfrutes de vino vividos en la Gran Manzana) del periplo vacacional habíamos acordado hacer una visita a uno de los templos que los amantes del vino deben conocer: Bodega La Cigaleña, lugar donde el amigo Andrés Conde ejerce de perfecto anfitrión para aquellos que nos acercamos a Santander en busca de pasar jornadas inolvidables.
En esta ocasión nos acercamos varios miembros de la Peña El Sarmiento con sus acompañantes,y se unió al evento un buen amigo del grupo Estintobásico de Barcelona al que ya conocemos de otras buenas sesiones: Víctor Cardona.
Cuando uno entra en La Cigaleña se le empieza a encoger el corazón ante el aspecto visual que presenta el local. Miles de botellas van apareciendo por las paredes, por el techo, por las escaleras…se respira ambiente de vino a través de varias generaciones, realmente espectacular.
Andrés nos había preparado un reservado en la parte superior, tranquilo y cómodo, para disfrutar. Y la sugerencia que nos hizo fue francamente interesante como luego sucedió: ¿qué tal tomar todo con diferentes vinos blancos? La idea nos pareció muy atractiva y el resultado final lo atestigua.
Los componentes de tan sugerente propuesta iban a ser los siguientes:
Por el lado de las viandas:
Carpaccio de bonito
Exquisitas y soberbias las sardinas marinadas
Maganos encebollados
San Martín a la plancha
Entrecot
Quesos cántabros
¿Y qué nos iba a proponer Andrés para tan suculentos platos?
Empezamos con un Sílex 1993 de Didier Dagueneau. Un Pouilly Fumé que me pareció soberbio, intenso y complejo en nariz, con multitud de matices aromáticos desde la mineralidad a sutiles aromas de frutos cítricos, ahumados, etc. En boca es ligeramente graso, con una magnífica acidez y un recorrido que te va llenando la boca dejando un elegante amrgor final, en donde los recuerdos a pedernal y ahumados se vuelven a percibir. Largo y persistente.
Andrés decidió cambiar totalmente de registro y propuso un Donnhoff Hermannshöhle Riesling Spätlese Trocken de 1994. Un vino que empezó con potentes aromas a hidrocarburos que poco a poco fueron diluyéndose para dar paso a matices mucho más florales y de frutas blancas, en boca está francamente bien equilibrado el vino, con esos 11,2 grados exactos alcohólicos que hacen que se muestre realmente apetecible, con esa buena acidez que refresca y da viveza al vino y con la sutileza y elegancia que los buenos riesling nos tienen acostumbrados. Le queda mucha vida por delante
Tras la Sauvignon Blanc y la Riesling llegaba el turno de atacar a la Chardonnay en su mejor aceptación: Borgoña. En este caso iban a ser dos vinos de Mersault. Empezamos con un Clos de la Barre 2000 del Domaine des Comtes Lafon, un vino de gran nivel aunque para mi fue el más flojo dentro de la excelencia de los vinos que estaban allí presentes. En el pasado Pro-Wein pude probar el 2004 de este mismo vino y me pareció más potente en nariz, quizá más dominado por aromas primarios y menos sutiles y elegantes, se aprecia un buen trabajo en la madera, especias blancas suaves, recuerdos a frutos secos y ligeras notas cítricas y florales. En boca es elegante, denso, con buena estructura, muy largo. Delicioso
Luego llegó un soberbio Mersault “Les Luchets” 1995 de Domaine Roulot. Un vino puro, franco, elegante, con una nariz muy intensa en donde se aprecia el trabajo de la madera pero sin enmascarar otras virtudes varietales. Lo mismo sucede en boca, con una acidez tremenda y un tanino totalmente redondo y perfectamente integrado junto a los 13 grados alcohólicos. Una verdadera maravilla de elegancia y finura.
Quesos y sorpresa, Andrés se saca de la manga un vino de Gaillac, un Vin D´Autan 2003 de Robert Plageoles & Fils. Denso y frugal esta sorpresa, en donde pronto aparecen aromas amielados y de confitura, pasas, orejones, hay aromas como de fruta escarchada. Al llevarlo a la boca es una explosión de frescura y sutileza, nada empalagoso, largo, denso y profundo. Muy buena me ha parecido esta sorpresa.
Y para meditar en la sobremesa, un Garrafeira H&H Malvasia de 1954, todo un auténtico espectáculo escondido detrás de una botella. Solamente decir que lo mejor fue la última copa, en donde todos los posos se habían concentrado. Un vino inolvidable para mi.
Fantástica jornada la que hemos pasado con Andrés Conde en su maravilloso rincón santanderino, hablando de vinos, de zonas, aprendiendo muchas cosas con las copas delante de la mesa…Un sitio al que hay que hacerle la justicia que se merece y reconocer la importante labor que con tanto interés y pasión desarrolla Andrés en relación al mundo del vino.
Chapeau!!
Pero había más.
Decidimos dar un respiro a Andrés y despejarnos un poco de tan soberbia experiencia con esos vinazos y viandas y descansar un poco hasta volver unas horas más tarde para probar unas gentilezas de champagnes ofrecidas por Víctor. Junto a la barra, con un surtido de croquetas y otros maganos, esta vez a la plancha, decidimos descorchar un Collard-Chardelle Cuvée Prestige que se mostró un poco parco, apagado, ligeramente aturdido por el largo viaje soportado. Pero luego llegó a la copa un excelente y excelso Basalle Chigny-Les Roses 1er Cru 1998, poco a poco fue mostrando en nariz el honor a su nombre de Roses, con buenos matices florales y compotados, muy sutil y elegante, excelente acidez y recorrido, con el carbónico perfectamente integrado…Delicioso y muy a tener en cuenta este pequeño productor.
Realmente una gran jornada la que hemos podido disfrutar en la capital cántabra…precedida por encuentros neoyorkinos de los que Baba O´Wines hablará en próximas entregas.
Un saludo
------------------------------------------------------------------------------------------
The Show Must Go On (Queen)