viernes, 28 de diciembre de 2007

2007: Adiós, Agur, Adeu, Good Bye, Au Revoir, Auf Wiedersehen, Arrivederci

2007 llega a su fin y desde mi punto de vista han sido unos 365 días más que interesantes en lo que al disfrute de vino se refiere. Además, ha sido el año en el que se ha creado este, vuestro, espacio para contar cosillas en torno a varias pasiones que nos unen, una de las cuales es el vino. Y es que esto de la red es vertiginoso.

Ayyy el vino, tanta pasión, tanta discusión, tanto misterio, tanta lucha, tanto cariño, tanto por aprender, tanto por escuchar, tanto por decir, todo tan complicado y a la vez tan sencillo. Una copa de vino, un momento, la abstracción en el ser humano, la naturaleza habla…Decía mi admirado Groucho Marx: Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…” Pues únanle una pequeña copa de un buen vino y disfrútenla con salud. ¡Qué cosas tenía este Groucho!.
Supongo que habrán existido comentarios que he realizado más afortunados que otros, tramas más interesantes y otras dignas de aburrir al más entusiasta, pero siempre lo he intentado hacer desde el buen humor y el respeto, claro está. Si alguien se ha sentido ofendido por algo, pido mis disculpas y que se relaje tomando una copa de lo que cada cual considere buen vino. Y si aún así no se relaja…que visite a su psicoanalista, psicólogo, psiquiatra...o que lea a Groucho. Lo necesita.

Por todo esto que ha sucedido en torno al vino, me apetece hacer un resumen de aquello que he tenido la fortuna de probar y que considero realmente muy interesante y que queda en la retina. Vinos han existido unos cuantos, mejores y peores, tomados en grata compañía (lo que ayuda siempre) o tomados en circunstancias menos afortunadas. Pero ¿qué destacaría de este 2007? ¿Qué vinos me han sorprendido y me han maravillado en este año?

En Enero recuerdo que abrí por primera vez el PX de la serie “La bota de…” que tantas satisfacciones nos ha dado. Sí, el PX de Rojas. No es para mi el mejor PX (el Solera 1830 de Alvear es algo que considero soberbio y que un pelín cayó este año en la presentación de la Guía Peñín entre “tomahawks” que acechaban a mis encías) que he probado pero sí muy recomendable.

Otros vino que destacaría en este primer mes es el Emmerich Knoll Smaragd Loibner Grüner Veltliner 1990

Llega el mes más corto del año y lo que realmente me emocionó fue un Auguste Clape Cornas 1996

En Marzo destacaría la gran visita a Pro-Wein, en Dusseldorf y buenos momentos los ahí vividos en torno a Bründlmayer, Grans-Fassian y demás. Aparte de ello, me resultaron magníficos un Binner Riesling Millesime Royal 1993 y un Contino Reserva 1987

En Abril, una de las joyas que considero en forma de botella de vino: Moscatel Toneles. Mucho se ha hablado ya de este vino y la verdad es que creo que con razón.

Mayo llegó con el evento que organizaba AlmaVinosÚnicos en Burgos y en el que hubo grandes referencias. Me quedo con el Tondonia Blanco Gran Reserva de 1964 y con el Domaine Comte Georges de Vogué Chambolle-Musigny 1999.

Junio no fue muy fructífero.

Julio
es el mes de la manzanilla Las Cañas, también de la serie “La Bota de…” y de un Château Ducru-Becaillou 1997. Me suelen gustar los Ducru y este año ha caído también un demasiado joven 2002. Habrá que descorchar próximamente algo con más tiempo a ver cómo está.

Agosto fue más que interesante pero lo que más destacaría sería:

Didier Dagueneau Pouilly-Fumé Silex 1993

Donnhoff Hermannshöhle Riesling Spätlese Trocken 1994

Domaine Roulot Mersault Les Luchets 1995

Henriques & Henriques Garrafeira Malvasia 1954

Y también ese mes fue el de un viaje a New York, un poco de turismo y a encontrarme con mi buen amigo Manuel Camblor. Tenía ganas de devolverle la visita que nos hizo a Madrid, conocer a sus pequeños, disfrutar del vino con él y su gente y doy fe que fueron dos jornadas magníficas con algunos vinos que perdurarán en mi memoria durante muchos años. Gracias Manuel.

François Pinon Rosé Pétillant Touraine NV

Luneau-Papin Muscadet Sevre&Maine s/lie Le L d´Or 1989

Nikolaihof "Vinothek" 1990

Movia Lunar 2005

Ghislaine Barthod Chambolle-Musigny 1er Cru Aux Beaux Brunds 2000

Franz Hirtzberger Grüner Veltliner Spätlese “Honivogl” 1969

Septiembre vino con algunos vinos de esos que se retienen:

Château Brown blanc 1992

Karl-Ludwig Schmitt Niersteiner Pettenthal Riesling Auslese 1971

Tedeschi Amarone Monte Olmi 1999

Dr. Loosen Ürziger Würzgarten Riesling Auslese 1996

Y Octubre

J. J. Prüm Wehlener Sonnenuhr Riesling Auslese Gold Kap 1983

Maximin Grunhauser Herrenberg Riesling Spätlese 1971

Marquis d’Angerville Volnay 1er Cru “Clos des Ducs” 1972

Château Pape-Clement 1964

Dr. Georges Mugneret Ruchottes-Chambertin 2002

Inolvidable visita a Paternina: destacar los tintos de 1920, 1964 y el blanco semidulce de 1914. Una joya.

Y Noviembre

Château Rayas 1979

Diciembre: fantástico mes

Viña Tondonia Gran Reserva 1970

Rioja Bordón 1970

Weingut Freiherr Zu Knyphausen Hattenheimer Wisselbrumnen Kabinett 1986

Michel Lafargue Volnay “Clos de Chênes” 1978

Chateau Lafite-Rothschild 1973

Viña Tondonia Tinto 1934

Vega Sicilia Reserva Especial “Único” embotellado en 1982

López de Heredia Blanco Cepa-Graves Cuarto Año 1950

Azienda Agrícola Gulfi Carjcanti 2003

Huet Clos de Bourg sec 1973

Taittinger Comtes de Champagne 1989

Salon Blanc de blancs Le mesnil 1985

Dom Perignon 1975

Algunos de estos vinos se los agradezco a Andrés Conde y a su Bodega Cigaleña, por el trato, por lo bien que me he sentido en ese lugar y con esas personas…así como a mis amigos de la Peña El Sarmiento, un grupo de apasionados del vino pero ante todo: amigos.

Vinos interesantes han existido muchos más a lo largo del año, así como muchos que mi única neurona no llega a recordar. Pero si tuviera que hacer una selección me quedo con los propuestos.

Gracias a todos por estar ahí.

Un saludo y ¡¡Feliz 2008!!.
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The Show Must Go On (Queen)

jueves, 27 de diciembre de 2007

Un brindis por la amistad en torno a chuletones

Seis años de carrera agronómica en Madrid y un Proyecto final de la misma dan para mucho (¡qué pena que el Plan 74 se haya extinguido y ahora no sé en qué mejunje se han convertido estos estudios!). Asignaturas interesantes, materias horrorosas, compañeros que pasan, apuntes que se pierden, profesores inolvidables, profesores muy olvidables, partidas de mus, horas de biblioteca, horas de cafetería, amigos irrepetibles, etc. Pero es esta última opción la que me trae al tema de esta trama.
Sí, la dureza de los estudios crea compañeros de fatigas, compañeros de momentos vividos, compañeros de alegrías y compañeros de fracasos, de risas y de tristezas, pero sobre todo crea buenos amigos. Los mejores.

Lo bonito de todo ello es que no hemos perdido el contacto y nos solemos ver más o menos con cierta regularidad (menos de la que nos gustaría ya que no siempre es posible). Pero siempre repetimos un rito una vez al año. Hay costumbre por fechas navideñas de reunirnos unos amigos que nos conocimos en época estudiantil para realizar una comida que gira en torno a un elemento gastronómico: el chuletón.


Sí, somos así de simples y de primarios pero nos gusta, nos sentimos plenos de felicidad ante un buen pedazo de carne en nuestro plato. Bueno, en otros sitios también pero no viene al caso. Para acompañarlo solemos elegir siempre de primero unos buenos platos de alubias o judías pintas de Tolosa. Ya ven, ligeritos de ropa. Suelen venir con su tocinito, su morcillita y la berza, previo aperitivo de chistorra con un poco de fino o manzanilla jerezana.Y unos pimientos rojos asados de quitar el sentido. Y de postre, milhojas de crema.






La Cava Baja madrileña suele acogernos con entusiasmo en ésta nuestra “chuletada” a la que ya somos asiduos. Y charlamos, y reímos, y bebemos algún vino, y lo más importante: somos grandes amigos.

Sin más, un agradecimiento y un abrazo a todos ellos. ¡Sois la leche, muy grandes!
El año se acaba y creo que habrá que hacer un buen resumen de lo sucedido en el aspecto del disfrute. Lo dejamos para la próxima entrega.
Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)

domingo, 23 de diciembre de 2007

¡Feliz Navidad!

Desde Baba O´Wines os deseo una Feliz Nochebuena y un buen día de Navidad.

Mirar de vez en cuando es útil

De los invitados que presenté antes de la sesión cántabra en este blog van a ser las levaduras las que más tiempo y palabras se merezcan por su papel en lo que al vino se refiere. Pero… ¿cómo es una célula de una levadura?

Pues normal, no es muy extraña, con sus orgánulos similares al resto de células que por ejemplo tenemos los humanos. Tiene su retículo, su aparato de Golgi, sus mitocondrias (importantes claro está para dar energía por vía respiratoria), su núcleo, vacuolas, membranas, etc…y todo eso en unas 6 micras aproximadamente. Fíjense en tan poco espacio todo lo que cabe (para que luego se quejen de los pisos de 30 metros cuadrados…) :-)

Ese tamaño lo considero importante por una razón muy simple. Y es que casi se puede observar con un microscopio de juguete de unos 100 aumentos. Sí, sí, no hace falta llamar al CSIC, al INRA o a la NASA. Así con uno de esos de 100 aumentos (y los 10 del binóculo) nos aparece la levadurita en unos 6 milímetros, que algo ya se puede ver. Esto lo digo para evitar excusas de bodegas que puedan decir que hace falta tecnología puntera para observar a estos microorganismos y que no tienen un simple microscopio en su laboratorio. Basta con querer hacerlo. Y el tener este aparato en el laboratorio creo que puede ser muy útil porque puede ayudarnos a ver paradas posibles de fermentación (mejor que el densímetro porque si éste no varía, a lo mejor se ha parado la fermentación pero hace cinco días ya que está la levadura muerta…y con el microscopio lo anticiparía mucho antes).

Además es interesante ver el tiempo de división celular, que suele andar sobre las tres horas en las condiciones más óptimas para la levadura. Pero claro, la bodega no es el paraíso para la levadura y suelen tardar bastante más (hasta 12 horas he podido observar) por lo que tendría en un día dos generaciones (14 en una semana). ¿Y? Pues esto tiene una lectura importante; y es que las levaduras que van quedando en las fases finales de la fermentación poco tienen que ver con las levaduras que hay inicialmente. A medida que se va desarrollando la fermentación (ya con 4-5 grados alcohólicos que correspondan a una caída de densidad de 30-40 puntos se puede hablar de un metabolismo plenamente fermentativo), la levadura se empieza a encontrar menos a gusto (al principio estaba como en un hotel de 5 estrellas, con oxígeno, lípidos o grasas, etc), va teniendo menos útiles las mitocondrias para respirar, y se da una dilución del contenido celular. Por tanto nos juntamos con las peores levaduras al final y encima con las condiciones más difíciles ya que cada vez existe más alcohol (etanol). Por eso, observar esos bichitos ante riesgos de paradas fermentativas es muy útil y recomendable y siempre tener en cuenta que cualquier tipo de tecnología preventiva va a ser más eficaz que la tecnología curativa.

Por todo esto, vemos que el metabolismo de la levadura puede ser aerobio (cuando respira en presencia de oxígeno) o anaerobio (cuando realiza la fermentación sin presencia prácticamente de oxígeno). Al principio de la fermentación la levadura respira y fermentará como dije, pero ya a partir de unos 5 grados de alcohol la levadura prácticamente se dedica a seguir la vía fermentativa.

Ya veremos los dos metabolismos con calma y todo lo que van produciendo pero de forma resumida se podría decir que en la respiración, la levadura transforma los azúcares del mosto en CO2 (dióxido de carbono) + agua + energía. Y esto lo hace vía Ciclo de Krebs. Esa energía suele ser 686 Kcal (kilocalorías) por cada molécula de glucosa transformada, de las cuales 408,6 Kcal son calor y 277,4 Kcal se aprovecha en forma de 38 moléculas de ATP (adenosin tri fosfato, que es como bioenergía)

En la fermentación, cada molécula de glucosa se transforma en dos de etanol + 2 de CO2 + 40 Kcal. Por eso, vemos que en ambos metabolismos se desprende energía. De esas 40 Kcal, 25,4 son en forma de calor y 14,6 son en forma aprovechada de 2 moléculas de ATP

Entre medias, multitud de compuestos generados, mucha influencia de las condiciones en que se produzca todo, y un resultado final: vino

Siempre nos queda la opción visual,

http://www.youtube.com/watch?v=H88DnZ-otWM

Lo que ocurre es que decir eso y nada es casi lo mismo pero bueno, la chica no tiene mala voz :-)

Un saludo

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The Show Must Go On (Queen)

lunes, 17 de diciembre de 2007

Felicidad en Cantabria (II)

En Mogro quedan algunas playas con dunas, de las pocas existentes en el Cantábrico. El pueblo es pequeño, con paisajes de la Cantabria que todos tenemos en mente, y Milagros Golf era el lugar escogido por Andrés para que Anselmo nos deleitara con algunos “bichos” de los que ellos acostumbran a trabajar. Hablando la tarde anterior del tema que se estaba preparando la jornada parecía que tenía buena pinta. ¡Y vaya si la pinta fue buena!

Junto a los “bichos” llevamos entre todos un amplio surtido de botellas en donde se prometía dar una espiral viajera interesante hacia regiones vitivinícolas muy diferentes. Admirando las vistas del mar desde lo alto de la cristalera del comedor me sirvieron una copa de un Carl Sittmann Riesling Kabinett Trocken 2004. Un Rheinhessen bastante plano e inexpresivo en la nariz, con ciertos aromas a fruta blanca fresca y lácticos que no me identificaban mucho con la uva. En boca lo encontré algo mejor, agradable de beber, acidez media y no muy persistente. De esas selecciones que suelen sacar unos grandes almacenes conocidos por todos en España y al que tampoco se le pide mucho.

Alemania no iba a volver a presentarse en la copa, a pesar de que ya sabemos de los grandes vinos blancos que ahí se producen. Seguía observando el paisaje e intercambiando opiniones sobre diversos temas cuando un Ribeiro intentó llamar a mis puertas organolépticas. Se trataba de un Casal de Paula 2006 elaborado con un coupage varietal a base de 75% de Treixadura, un 15% de Torrontés y un 10% de Albariño. En nariz es más complejo que el vino anterior, con matices de hierba mojada, manzana verde, flores silvestres, un pelín vegetal para mi gusto. Esperaba las mismas sensaciones vegetales en boca pero no, lo encontré un tanto domado, con acidez correcta pero no demasiado viva para ser un vino relativamente joven, un punto amargoso suave al final. Ahí alguien sugirió que nos sentásemos a disfrutar de un primer entrante a base de anchoas, ventresca y algo más que no recuerdo ahora mismo el nombre pero delicioso.

Llegó el turno de un mágnum de Valedorras: Pedrouzos 2004. Un 100% godello de, la que dicen, es la mejor viña de Galicia y del que solamente se elaboran vinos en estos formatos de más volumen y destinados al comercio exterior. El vino es de un bonito color amarillo con reflejos verdosos de mediana intensidad. La nariz es franca, directa, sin enmascaramientos maderiles, muy mineral, cítrica, un toque de hierba aromática sutil, compleja y bastante intensa. En boca es ligeramente graso, con volumen, buena acidez y bien equilibrado. Buena persistencia. Un Godello que me ha parecido más que interesante y al que intentaré seguirle la pista. Y si seguimos pistas estaba mirando de reojo los camarones y bogavantes que estaban esperando ser degustados. Anselmo, colega…te has pasado. Tremendo.

Saliendo de la Península Ibérica (luego volveríamos) decidimos acoger en nuestras papilas a un vino austriaco: FX Pichler Grüner Veltliner Federspiel Loibner Klostersatz 2003. la verdad es que estaba más hermético que los cerrojos defensivos que suelen poner ciertos entrenadores de fútbol. Ligeros toques terrosos, albérchigos y especias. En boca tiene un comportamiento más dinámico, alegre y vivaracho, ligeramente corto en su paso final pero creo que sería ahora mismo perfecto para beber con un gran catarro, de esos que no hueles nada pero conservas el gusto. Igual en unos años el vino se desarrolla más en nariz (o soy yo el que debo ejercitar más las fosas nasales).

Mientras tanto pedimos que nos sirvan un Azienda Agrícola Gulfi Carjcanti 2003. Un blanco siciliano más que interesante. Color amarillo de buena intensidad, con una nariz potente, especias blancas, toques de talco, fruta blanca madura, y un toque como de cereal. En boca es sabroso, con buena acidez, elegante y potente, postgusto especiado. Bastante largo y muy interesante. Buena recomendación Manu esa visita al Trimani romano. Habrá que volver ¿no?

Y mientras le seguimos dando al bogavante y camarones. No salieron tenazas disparadas. Una lástima.

¿Y si metemos ahora un blanco de Provenza? La idea proporcionó caras de satisfacción, al menos en el que suscribe. Hace unos días terminé el tinto Trevallon que me gustó bastante y apetecía probar un blanco de aquella región. Pues al grano: Château Simone Grand Cru 2003 de la Appellation Palette. Clairette y Ugni blanc en una copa junto a algo que me da la impresión de Garnacha blanca. Un vino muy brillante, muy complejo en nariz (florales, romero, especias, fondo vegetal y un recuerdo como a hoja de acacia). En boca está un poco más prieto, con buena acidez y buena estructura, postgusto largo para un vino que me ha parecido delicioso pero que creo que un buen tiempo en botella puede ayudarlo bastante.

Llegaba el turno de Borgoña con Domaine Leflaive Puligny-Montrachet 2001 en formato mágnum. 100% Chardonnay. A veces es cierto que se reconocen más los vinos de ciertos Crus de este elaborador y nos olvidamos de cosas más genéricas pero que con unos ciertos añitos reposados en botella se puede obtener un alto grado de satisfacción. Y este es el caso. Un delicioso Puligny, amarillo de mediana intensidad, nariz intensa en aromas de fruta blanca, ligeros florales y especias, un toque de grasa, un toque de brioche muy sutil, y minerales. En boca está muy vivo, con ganas de liquidar los últimos retazos del bogavante, acidez magnífica y profundidad y largura en el paladar. Muy rico.


¡¡¡Unos bichos rojos grandes asoman por ahí!!! ¿Quién dijo miedo? Unas langostas tremendas estaban haciendo acto de presencia en el comedor. Querían volver al mar cercano pero creo que eso era una misión más que imposible. Una maravilla.





Llegó el turno de abordar un “vinito” del Loire: Huet Le Clos du Bourg Sec 1973. Un Chenín Blanc magnífico de un no menos excepcional elaborador. No muy evolucionado en color y con una nariz intensa, compota d emanzana, fruta madura, toques amielados y acaramelados y un intenso aroma mineral que envolvía el conjunto. Tremendo. En boca es más alegre que la Feria de Abril sevillana, vivo, danzarín, largo, profundo, intenso, con tremenda acidez en sus casi 35 años de vida. Bufff, una pena que no hubiera más botellas porque me ha parecido muy bueno.

Siguiendo con el Loire cambiamos de registro a un 100% Cabernet Franc: Domaine de Montgilet Les Yvonnais Anjou Villages Brissac 2001 de Victor et Vincent Lebreton. Tiene un color granate oscuro de media capa, nariz un tanto animal en sus inicios, pero no permanece invariable. Evoluciona hacia fruta negra madura, con recuerdos especiados intensos, y un fondo como de mermelada de ciruela. En boca me convence más y destacaría su tremendo final, con buena acidez, bastante largo con sensaciones intensas de frutos negros y un tanino muy elegante. Mejor en boca que en nariz.

Y seguíamos con algunas de las “hijas” del Cantábrico.

El Domus 1996 de Venta D´Aubert que apareció en la mesa estaba muy curioso. Intensos aromas terciarios iniciales (cueros, grasas), madera vieja, fruta roja madura conservaba. En boca me pareció un poco más apagado, un tanto ya iniciando esa curva de descenso, con viveza mediana y muy redondito. Persistencia media.

Sacamos a comparar dos tintos Riojanos: un Murúa Gran Reserva 1983 con un Marqués de Murrieta Ygay Etiqueta Blanca 1982. Para mi resultó, dándole bastante tiempo en la copa, más interesante el segundo que el primero. Mas matices en nariz (notas terrosas, ciruelas negras, regaliz, café, tostados suaves) y una mayor elegancia en la boca hizo que la paciencia con el Murrieta se viera recompensada. La verdad es que con tantos vinos hay veces que bebemos demasiado rápido y no esperamos a ver el posible potencial que nos ofrecen algunas elaboraciones. No es el mejor Murrieta que he probado ni de lejos, pero me gustó.

Llegó la hora de dejar limpito el marisco y enjuagarnos con un concentrado de naranja para calmar al estómago. He de decir que me agradó la frescura que tenía.

Un primer champagne como el Claude Cazals Grand Cru Le Mesnil –Sur-Oger abrió bien el turno cafetero. Burbuja fina y abundante, fruta blanca fresca, muy floral, frutos secos y matices avainillados. En boca tiene el carbónico bien integrado, acidez muy buena y un final amargoso leve. Elegante y muy rico. Recomendable.

Antepongo un delicioso Hermitage Vin de Paille 1999 y un Belem´s Malvasía de Madeira 1934. El primero es de la Cave de Tain y se muestra exuberante en nariz, con toques de orejones, pasas, piel de cítricos, un matiz ahumado y amielado. Boca con magnífica acidez, largo, denso, casi un poco oleoso, largo, vivo. Muy recomendable.

El Madeira se presenta en tonos marronáceos, con aromas iniciales de barnices, un golpe alcohólico inicial, frutos secos, matices salinos. En boca es largo, de nuevo con recuerdos a frutos secos y ligera pasificación.

Llegaba el turno de la sobremesa larga, tendida, charlas de historias de aquí y del más allá, siempre con el vino como telón de fondo y con tres champagnes que iban a acompañarnos en el final de la velada:

Taittinger Comtes de Champagne 1989

Salon Blanc de Blancs Le Mesnil 1985

Dom Perignon 1975



Pues miren ustedes, no me apetece escribir más. Sencillamente orgásmico.
Ahí se decían unos Salonistas, otros Krugistas, otros Cristalistas…yo me declaro (no piensen que abstemio a estas alturas) “Disfrutista” (¿existe?...¡¡¡que lo ponga la R.A.E!!!)

Te giras la silla, ves el mar..., el champagne…, las olas..., el champagne..., la arena…, el champagne…, los Picos de Europa …, el champagne… Ah, se me olvidaba: el CHAMPAGNE (con mayúsculas).

Sobran las palabras.

Solamente quiero interrumpir este momento de recuerdo de esas tres delicias para dar mi agradecimiento a todos los que han hecho posible este fin de semana: Ana, Diana, Andrés, Anselmo, Aitor, David, Manolo, Nacho, Pedro y otros amigos cántabros que estuvieron presentes y que, perdónenme, pero no recuerdo sus nombres.


Un verdadero placer.
Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)












domingo, 16 de diciembre de 2007

Felicidad en Cantabria (I)

Había pensado no hacer comentarios y poner solamente las fotografías del fantástico fin de semana que hemos vivido de la mano de Andrés Conde en tierras cántabras algunos amigos de la Peña El Sarmiento porque cualquier palabra que pueda decir se queda corta ante las sensaciones vividas, pero al final haré algunos (pocos) comentarios relatando lo sucedido.. Una exaltación de la pasión por la amistad, por el mundo del vino, por la materia prima en la cocina, por la simpatía, por la cordialidad, y más. Eso ha sido lo sucedido.

Habíamos quedado a las 14.00 de la tarde en ese templo que es la Bodega Cigaleña y Andrés no recibió como en él es habitual. Familiar, humilde, magnífico profesional, con menos pavoneo que otros de su ramo pero con más materia gris en su bien amueblada cabeza, dispuesto a ofrecernos el buen hacer al que acostumbra en la capital cántabra.

¿Qué os apetece comer? ¿Qué os apetece beber?

Nuestra respuesta fue unánime: “Tú mandas Andrés”

La última vez que estuvimos comimos íntegramente con vinos blancos y esta vez fue todo tintos salvo un aperitivo a base de champagne. Así, apareció en la mesa un excelente plato de cecina, jamón y tomate junto a un Egly-Ouriet Brut Tradition Grand Cru. Un champagne fresco, con una nariz bastante mineral y cítrica, de buena intensidad. En boca es equilibrado, largo, con buena persistencia y muy personal e interesante. Perfecto para empezar.

Andrés nos propone unas kokotxas a la plancha deliciosas (plato al que no hago ascos ya que esta parte gelatinosa del pescado se encuentra entre mis favoritas) y aparece con una botella bordelesa bajo el brazo: Château Lafite-Rothschild 1973. Un Pauillac con casi 35 añitos que apareció con un bonito color rojo parduzco. En nariz le costaba expresarse un poco, aromas a humedad, hojas secas, hongos, madera vieja en sus inicios, pero al meterlo en la boca es elegancia y potencia unidas en un sorbo. Para mi, delicioso en la boca (mejor que en la nariz). Muy largo, intenso, vivo, sedoso, envolvente. Buf, muy bueno.

No dijimos que no a unas excelentes mollejas de cordero junto a un excelente Château de la Gardine 1969. Un Chateauneuf du Pape que sorprendentemente aparece más vivo que el vino anterior. Un poco turbio en el color, una nariz intensa, fruta licorosa, profunda, aromas un poco cárnicos iniciales, cueros, maderas suaves. En boca tiene tremenda acidez, tanino bien pulido, largo, intenso, más rústico que el anterior. Diferente pero encantador.
Nos comenta Andrés que si nos gusta el faisán. Asentimos y nos dice que le han traido uno cazado por un familiar en el Loire, que es auténtico del valle. Pues adelante…¿Y de vino? Pues os va a sorprender pero os sacaré un vino con más cuerpo que los anteriores aunque a priori igual pensáis que no. Y aparece con un Viña Tondonia Tinto 1934. Con más color que los anteriores, una nariz intensa, especias, hongos, hojarasca, flores secas, fondo de cueros y tierra húmeda. En boca es vivo, efectivamente con un gran cuerpo y estructura, acidez y tonicidad en consonancia perfecta con el grado, elegante, largo. Un vinazo, para aquellos que dicen que los vinos de esta casa no tienen estructura. Totalmente imprescindible.
El faisán estaba excepcional. Creo que tenemos que mandar a alguien a por más :-))

Pedimos para terminar unos chuletones troceados y comentamos con Andrés con qué vino acompañarlo. Acordamos un Vega Sicilia Reserva Especial “Único”con fecha de embotellado 1982. Es un vino con mezcla de tres añadas de unos 40 años de antigüedad, así que estamos hablando de los VS de los años 40. Fíjense en la foto en la composición varietal. Curioso, ¿verdad?. Un vino con bonito color rojo granate, de capa media y bien conservada. Una nariz cerrada durante aproximadamente la primera hora del vino en la copa y luego se expresa tímidamente pero cada vez va a más. Aromas ahumados, cueros, especias intensas, un recuerdo a hierbas aromáticas, caramelo tostado, y va a más. Delicioso, así como en la boca, elegante, con buena acidez, tanino pulido, muy largo, elegante. Son muchas sensaciones las que me ha producido este vino. Emocionante.

Con los quesos Andrés nos propone unos zumos. Pero no unos Granini ni Zumosol, no. Nos vamos a Lyon a probar el trabajo que hace Alain Milliat. Zumos deliciosos, y me considero no muy “zumero”, pero las concentraciones que nos proponen estas elaboraciones son superlativas. Un grato abandono del alcohol.

Con el hojaldre descorchamos un vino ya conocido por nosotros: Vin D`Autan de Robert Plageoles & Fils 2003. Delicioso como la última vez probado.

Sobremesa (eran cerca de las 18.00 de la tarde) con los cafés, con el Lafite, con el Gardine, con el Tondonia, con el Vega Sicilia. Cuatro vinos que me gustaron, cuatro estilos diferentes. Lo mejor: disfrutar de los cuatro.

Era hora de que todos descansáramos y así hicimos. Por la noche volveríamos a visitar a Andrés para picar algo. Suave…¿habría vino?

21.30 de la noche. Croquetas, ventresca, sardinas marinadas, unos revueltos y decimos a Andrés que algo de vino blanco vamos a tomar. Aparece en escena un vino llamado Castil Corvo de Bodegas Franco Españolas de Logroño. Sin añada, sin datos. Por el tipo de corcho, por la cata con Andrés, por el estilo de vino intentamos deducir si será de finales de los años 40. Muy integrado el vino, no muy intenso, con buena estructura, un poco falto de viveza. Mediana persistencia.


Decidimos pedir otra botella: López de Heredia Blanco Cepa-Graves Cuarto Año 1950. Color parecido al de un amontillado, incluso con aromas ajerezados. Es intenso, complejo, matices amielados, fruta pasa, compota, matices acaramelados, fondo de madera y cueros no muy intensos, profundo. Muy interesante. En boca es una pasada, fresco, vivo, con volumen, ligera untuosidad, todo muy bien puesto, nada cansino. Una maravilla de vino.


Era la hora de despedirnos, de agradecer el trato dispensado en la Bodega Cigaleña por Andrés y su gente y de homenajear al buen uso de la materia prima y al excelente y único trato que dan al vino. Se lo agradecemos de verdad, de corazón…pero no era una despedida formal. Era un “hasta luego” porque al día siguiente nos esperaba una comida, una jornada que iba a ser especial. Por supuesto se iba a venir Andrés…y Anselmo estaba preparado para una jornada organizada con antelación. Esta vez, el vino lo llevaba cada uno y el viaje nos iba a llevar por muchas zonas diferentes.

Lugar de salida: Mogro (Cantabria)

(Continuará)

jueves, 13 de diciembre de 2007

"Seres" extraños ¿o no?. Un pequeño inicio

La verdad es que me apetece introducir a unos personajes importantes en el mundo del vino y creo que es un buen momento de hacerlo para ir después, y en sucesivas tramas, diseccionándolos poco a poco. Su importancia es variada, a veces con altibajos, y sus acciones a veces son tan positivas como negativas pero casi siempre van acompañadas de un halo de misterio en cómo trabajan.

No se piensen que estoy hablando de personajes humanos. No, aunque los humanos luego nos aprovechamos de su trabajo o de su destrucción. Estoy hablando sencillamente de esos microorganismos que intervienen en el vino: levaduras, bacterias, mohos y virus. Que si naturales, que si seleccionadas, que si añadidos o preparados vínicos, que si argumento de marketing, que si los verdaderos hacedores del vino actual, y así un sin fin de calificados y de múltiples opiniones sobre estos “seres extraños”. En cualquier caso siempre crean discusión y creo que todo lo que genera debate es interesante.

Retrocediendo al siglo XVII hay que reconocer a Leeuwenhoeck su “observación” de microorganismos del mosto de uva en fermentación, aunque el inicio real viene de sus observaciones en las caries dentales, o eso me dice mi hermana, aspirante a colegiarse como odontóloga en los próximos meses y tiene bastante razón ya que este holandés observó bacterias de sus propios dientes. Claro, ella siempre tira hacia lo suyo y nos ve como bichos raros a aquellos zumbados vínicos. La verdad es que a mi me parece más chaladura tener dentaduras, restos de dientes de no sé qué o la reproducción exacta de un cráneo como elementos ¿decorativos? en alguna habitación. Pero bueno, cada uno tiene su propio mundo…y lo mismo me suele comentar de alguna cava climatizada que suele encontrarse a menudo por la casa.

El asunto es que se observaban los microorganismos pero no se les asignaban funciones y su diversidad era más o menos estudiada. No fue hasta mediados del siglo XIX cuando el genio Pasteur descubrió la fermentación alcohólica (FA) y la láctica…como no, el encargo vino por parte de la monarquía francesa ya que se preocupaban por la rápida degeneración que sufrían los vinos galos. Con esto, Pasteur consiguió que se aboliera la por entonces llamada “Teoría de la generación espontánea” por la que el vino se obtenía solamente por causas naturales. No era así: había unas causas microbiológicas que hacía que el mosto pasara a vino sin necesidad de ninguna “fuerza mágica misteriosa y sobrenatural”. Importante este señor Pasteur ¿verdad?

Pues aquí llegamos al meollo: ¿qué grupos microbianos están presentes en mostos y vinos?
En primer lugar tenemos las levaduras. Me gusta clasificarlas en cuatro tipos bien diferenciados ya sean fermentativas (generalmente son del género Saccharomyces aunque existen algunas Torulosporas que también tienen algún poder fermentativo), oxidativas o apiculadas (tienen una capacidad enzimática de, con presencia de oxígeno, oxidar diferentes sustratos; siendo la mayoría bastante negativas para nuestros intereses), formadoras de velo (también del género Saccharomyces en, por ejemplo, los vinos generosos del Marco de Jerez; o no Saccharomyces como las que causan las enfermedades conocidas como “nata del vino” y que son de alto riesgo porque oxidan biológicamente al vino) y las contaminantes (como las Cándida, Brettanomyces, etc que son muy negativas porque pienso que modifican el perfil aromático del vino generando defectos organolépticos importantes).

Paciencia, hablaremos más sobre todo esto. Y procuraré cansar, aburrir, y hasta molestar a quien pueda y deba. Pero que nadie me vuelva a decir que la Brettanomyces es una bacteria :-))
En segundo lugar tenemos las bacterias. Dos grandes grupos en ellas: las lácticas y las acéticas. Las primeras, como suponen bien, realizan la segunda fermentación o fermentación maloláctica (FML) del vino por la que el ácido málico pasa a láctico (mucho más agradable organolépticamente que el primero y con menos poder acidificante) pero ojo, porque según sean las condiciones pueden darse otros procesos importantes como puede ser el paso de ácido cítrico a diacetilo, o el de azúcares a ácido acético, o el de glicerina a acroleína (poderoso amargor), o el de ácido tartárico tartárico a ácido succínico (aromas muy sucios). Por eso, creo que es fundamental el que estas bacterias hagan principalmente su función maloláctica (y para eso, mi amigo el pH es fundamental, ya que es muy probable que a pH ligeramente altos todos esos procesos indeseables se vean en una situación muy golosa para que se lleven a cabo). Y, ¡oh! ¿no comentamos alguna vez que existe un problema con los pH que se están alcanzando en el viñedo y alguna de las causas que han elevado ese pH? Pues eso, venga kilos y kilos…y ahí vienen los resultados posteriores.

Y respecto a las bacterias acéticas…aggg, caca, mamá. Pues eso, muuucho control.

En tercer lugar tenemos a los mohos o podredumbres. En general se podría decir que son negativos pero en ciertas condiciones ya saben que pueden volverse muy positivos (podredumbre noble por ejemplo). Estas Botrytis…¡qué guerreras son!

En cuarto lugar pueden existir virus que generalmente suelen infectar a las bacterias lácticas.

He aquí a cuatro actores de una película, de un proceso que parte de la uva y como tal punto de partida requiere los máximos mimos y cuidados para que todo el desarrollo posterior sea satisfactorio. Pues iremos a ello. Entraremos en géneros, rutas, metabolismos, condiciones, compuestos, etc etc para intentar definir un producto químicamente muy complejo como es el vino pero que tanta satisfacción produce en nuestros sentidos. Luego plantéense debates sobre muchas de las cosas que saldrán…pero no creo que haya respuesta para todo, o al menos, yo no las tengo.

Pero, y giro 180 grados en dirección a la más estricta pasión musical, sí ha existido respuesta a las plegarias de unos cuantos y tres “chavales” se han juntado para volver a los escenarios (junto al hijo de su antiguo y fallecido batería, que ha ocupado el lugar de su difunto padre) en el O2 londinense. Sí, hablo de Led Zeppelin. Una de las más grandes y míticas bandas que la historia del Rock ha parido. Sobran palabras (el sonido no es lo suficientemente bueno…)

http://es.youtube.com/watch?v=rsHcUwtw5H0


En este caso, podríamos decir o hacer la similitud respecto a que los microorganismos proceden del viñedo, nada artificialmente añadido.
Rock en estado puro.
Bueno, seamos sensatos y objetivos. Una buena campaña de marketing ha precedido a esta reunión mítica. Supongo que habrá gira posterior aunque creo que Mr.Plant quiere promocionar su último disco (sin los Led Zeppelin). En cualquier caso, enhorabuena, buena facturación ha existido...y existirá.

Un saludo

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The Show Must Go On (Queen)





domingo, 9 de diciembre de 2007

Athletic de Bilbao vs Real Madrid: 08-12-2007

Toda mi familia materna es del Athletic de Bilbao…¿Toda? No, queda un pequeño reducto que es la “oveja blanca” y que es el que suscribe estas líneas. Por eso, cada vez que se enfrentan estos dos equipos hay algo preparado en casa para festejar (bueno, en el fondo es una excusa) el encuentro. Me encanta ir discutiendo contra todos los familiares sobre lo merengón (apelativo cariñoso con el que se conocen a los madridistas) que soy mientras disfrutamos del partido, de algo de comida y por supuesto, de algo de vino. Debo decir que el Athletic también está en mi corazoncito…pero en segundo lugar. Por eso, cuando se enfrenta al Real Madrid no hay posible compasión que valga hacia los leones (apelativo con el se conoce al equipo del Botxo debido a la garra que siempre les ha caracterizado). Y ayer, sábado de diciembre de 2007 el Madrid visitaba San Mamés, "La Catedral", el campo del Athetic de Bilbao (la verdad es que ver animar a esa afición en ese campo alguna vez que he tenido la suerte de acudir es realmente impresionante). Un partido clásico en la Liga. Y que no se pierda.


El resultado fue un magnífico 0-1 a favor del equipo madridista, por lo que se pueden imaginar lo bien que me lo pasé chinchando a todos mis familiares. Ellos disfrutaron también entre copa y copa.

Para los prolegómenos del partido decidimos dar cancha a unos ahumados con un Bollinger Special Cuvée. La verdad es que no será el mejor champagne del mundo pero siempre me resulta muy agradable de beber esta cuvée básica de la Maison. A mi hermana en cambio le gusta bastante (y no es muy gustosa en general de los productos de Baco) y creo que la vino bien para olvidarse un poco del espectáculo lamentable que suele ofrecer su equipo :-))))) (es broma). Apareció con un color amarillo pajizo, burbuja fina y abundante. La nariz es clásica, con notas cítricas, fruta blanca fresca y suaves toques de pastelería y almendra. En boca el carbónico está bien integrado, entra muy sabroso, correcta acidez y un ligero amargor final y con cierta cremosidad. Perfecto para esperar el inicio del partido.
A continuación tenía preparado abrir algo blanco con historia (en honor a uno de los equipos) y qué mejor que acudir a la Riesling. Tenía abierto un Weingut Freiherr Zu Knyphausen Hattenheimer Wisselbrumnen Kabinett 1986 que estaba esperando ansioso a disfrutar de una victoria madridista. Un Rheingau de color dorado brillante, de una nariz intensa, flores secas, minerales, ciertos toques acaramelados y de hidrocarburos, piel de naranja y compota de manzana. En boca es delicioso, entra sabroso y es una explosión de sabores, de viveza. Largo y persistente. Postgusto floral y amielado. Magnífico

Con un surtidito de quesos sentó de maravilla. Final de la primera parte y tablas en el marcador. Pero pronto vendría el momento de Rutgerus Johannes Martinus Van Nistelrooy.

Teníamos preparados unos deliciosos txipirones encebollados para hincarles el diente en la segunda parte. Como el equipo local vestía a rayas rojas y blancas decidí sacar un vino tinto pero que no fuera de un color demasiado oscuro. Pues un Pinot Noir con añitos pensé. No sé si iría demasiado bien con los pequeños txipirones pero ¿por qué no?.

El Michel Lafargue Volnay “Clos de Chênes” 1978 tenía un color rojo parduzco, de media capa. Nariz muy intensa, aromas de fruta negra madura, hojarasca, hongos, un tanto de humedad inicial, muy terrosa, mineral y especiada. En boca está muy maduro, realmente soberbio, con una acidez exquisita, muy redondo, gran estructura, de nuevo sensaciones terrosas en el paladar, muy largo, con menos fruta que lo que aprecié en nariz dando paso a sabores más especiados y minerales. Delicioso.

Minuto 9 de la segunda parte: ¡¡¡¡Golazo de Van Nistelrooy!!! Ya solamente quedaba disfrutar de la Borgoña, de los txipirones y del partido, el cual ya no vería movido su resultado para mi satisfacción y para el desazón familiar.

http://es.youtube.com/watch?v=22DMzBDU76U


http://www.cadenaser.com/deportes/audios/gol-van-nistelrooy-athletic-0-real/sernot/20071208csrcsrdep_7/Aes/


Llegados al final del encuentro la alegría era plena por el resultado, por la satisfacción de los vinos tomados y por el haber pasado un buen rato metiéndome con toda mi familia. Imagínense cuando gana el Athletic (las menos) lo que me toca aguantar…:-))

Pues nada, a esperar la segunda vuelta con el Real Madrid-Athletic esta vez en el estadio madridista Santiago Bernabeu (lugar, por cierto, del que espero hablarles en los próximos meses pero por otros motivos menos futbolísticos y más Springstinianos) y que, como es costumbre, lo celebraremos gane quien gane.

Ah, lo mejor de todo es que por la parte paterna son del Barcelona. Imagínense la isla solitaria que soy. Y si supieran lo que me divierto…

Un saludo
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viernes, 7 de diciembre de 2007

Uvas, yemas...y ¿pan para mojar?

Como lo prometido es deuda ya llegamos a la parte aérea final (ya era hora) de la morfología de la planta y ahí nos encontramos elementos vitales como son las hojas, las yemas, las inflorescencias, los racimos.

Hablar de la morfología de una hoja y de sus diferentes parénquimas es un tema muy interesante pero les recomiendo que se cojan cualquier libro de Botánica que les vendrá mucho mejor explicado que lo que pueda contar yo. Pero sí creo importante destacar las principales funciones que hacen que las hojas sean fundamentales en toda la fisiología vitícola: fotosíntesis, respiración y transpiración.

Igual algún día podríamos contar todo el proceso fotosintético paso a paso pero en resumidas cuentas supone la formación de nutrientes para la planta a partir del agua con sales, aire y energía luminosa que capta la propia vid. Es por tanto un proceso de creación, mientras que la respiración es un proceso destructivo en el que se liberará energía para que la planta pueda hacer los otros mecanismos fotosintéticos, de crecimiento, etc.

Dos procesos tan opuestos como necesarios, complementados por la transpiración en donde la hoja elimina ese exceso de agua absorbida.

Tanto hojas como yemas forman parte del crecimiento vegetativo de la viña. En el fondo, hablar de yemas en el viñedo es como si hablásemos de escamas, ya que ésa es la forma que tienen. Seguro que han oído que hay yemas prontas (las que brotan anticipadamente dando los nietos), yemas latentes (que no van a brotar el año que se forman, si no que lo harán el siguiente), yemas basilares, ciegas o casqueras (ojito en la poda con esas yemas en las bases de los sarmientos), y la apical al final del pámpano.

Pues igual que hay una reproducción vegetativa hay una reproducción sexual, realizada por las flores, bueno, por un conjunto de flores llamado inflorescencia que cuando se produzca el cuajado pasará a llamarse racimo, compuesto por un número de frutitos: las uvas o bayas. (Si ese cuajado no es muy adecuado es lo que se conoce como “corrimiento” siendo la variedad Garnacha muy propensa a ello).

Lo mejor aquí creo que es centrarnos en lo que es una baya, una uva. Es lo que luego vamos a meter en la bodega para intentar hacer un vino con ellas.

Digamos, para ser exactos, que un racimo está compuesto por bayas (en torno al 95% del racimo) y del raspón o escobajo (en torno al 5%). La baya va a tener (de fuera hacia dentro) una piel llamada hollejo (con varias capas –en torno a 10-y que suele representar en torno al 10% de la baya), una pulpa (en torno al 85%) y unas pepitas o semillas (en torno al 5%) (ya vimos cómo se diferenciaba la Vinífera de la Vitis silvestres en función de la proporción entre anchura y longitud de las pepitas).

Pero lo que realmente me interesa para trasladarlo luego a la elaboración es cómo se localizan en esa baya los compuestos polifenólicos tan importantes para todo el proceso vínico. Así, la piel es fundamental, el hollejo, porque va a ser la parte del fruto que más polifenoles tiene ya sean ácidos fenólicos, flavonoides, flavonoles, antocianos o proantocianidinas. En cambio, la pulpa es mucho menos rica en esos compuestos y por ejemplo antocianos sólo presenta en las variedades tintoreras; o las pepitas, ricas en ácidos fenoles y taninos al igual que el raspón pero carentes de otros compuestos. Por eso, el hollejo es de radical importancia, por su alto contenido polifenólico.

Sin estas cositas olvídense del vino.

Y hablando de “yemas”, qué mejor que un buen par:

http://es.youtube.com/watch?v=ecO3vhMXtXk&feature=related

¿Y las puntillas?

Un saludo

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domingo, 2 de diciembre de 2007

Roco, Baba, Friends…y otras "chicas" del montón

No se piensen que este es el nuevo título de la nueva película de Almodóvar, aunque si hablamos de cine y se cogiera al maestro Hitchcock en su “Crimen Perfecto” rodada prácticamente en una habitación, este pasado sábado se podría haber rodado una interesante película en torno a la casquería fina y a la exaltación vínica en un pequeño comedor. Tan pequeño como grande. Porque así son en el Mesón de Doña Filo, pequeños en espacio (para mi mejor poque es muy agradable el local) pero grandes en lo demás, en el trato, en la comida, en la atención que nos dispensan, en el simple (y a la vez difícil) hecho de hacernos sentir como en casa.

Un año más acudimos a las Jornadas de Casquería (y van ya por la IX edición) que este templo culinario de Colmenar del Arroyo organiza pero en esta ocasión contábamos con dos invitados muy especiales para mí y que vinieron para juntarse con la Peña El Sarmiento. Recién llegados desde su Galicia natal, frescos como las mejores cigalas, aterrizaron Carolina & Carlos, pero sin Roco (http://carlosgrm.blogspot.com/). Gente amable, sencilla, con la que da gusto sentarse a comer, a hablar y a aprender sobre vinos, sobre gases, sobre moda,…Gracias y ya sabéis dónde tenéis vuestra casa.

La jornada tuvo dos partes intensas. El primer acto de la función empezó a desarrollarse a las 14.30 frente a una copa de Viña Albina Blanco Seco 2001. Un vino de Bodegas Riojanas de color dorado suave, con una nariz bastante compleja e interesante, en el estilo clásico de los blancos riojanos aunque con menos intensidad que otro vino blanco que abrimos posteriormente y del que luego hablaremos. Aparece unas primeras sensaciones un tanto húmedas pero el vino va ganando poco a poco en la copa, fruta blanca madura, piel de naranja, frutos secos suaves, Boca viva con buena acidez, ligeramente graso y con final bastante largo. Bastante elegante y perfecto para abrir el telón con unas cuantas aceitunas en la boca.

Siempre es costumbre en el Mesón de Doña Filo ofrecer unos picatostes con un poco de tomate para untarlo en los mismos. La verdad es que es delicioso y decidimos cambiar de registro y unirlo a un Domaine Gramenon, La Vie On y Est Viognier 2002. Quizá este Ródano no se mostró demasiado pletórico ni en nariz ni en boca. Es cierto que estaba un tanto caliente pero apareció demasiado parco y plano. No le dimos mucho juego.

Empezaron a aparecer unos pequeños aperitivos a base de Corn flakes de manos d
e ternera, Gelee de chilindrón de manillas de cordero y Consomé de pies de cerdo con langostinos realmente soberbios, como sucedió con el Tondonia blanco Gran Reserva 1981 que abrimos para la ocasión. Bastante hemos hablado de los blancos de esta bodega, éste está empezando a andar, a gatear, con una complejidad en nariz y en boca que hace que los vinos blancos de esta bodega de Haro cada día me tengan más encantado, para romper esquemas en cuanto a vinos blancos se refiere.

Así llegamos al grueso de la obra, que por la parte de las viandas dieron un buen recital. Platos como esa cazuelita de callos, los chipirones estofados con morretes de cerdo, aceitunas negras y borrajas; el huevo de corral lentamente escalfado con mollejas de cordero, boletus y jugo de hongos hicieron que la casquería alcanzara la máxima expresión que creo que se puede encontrar en la Comunidad de Madrid. Bien servido, explicado y ejecutado. ¿Se puede pedir más?. Gracias a todo el equipo que Inma y Julio dirigen con acierto. Ah! ¡¡Qué rico el queso y las “chuminadas” con los cafés!! :-)



En cuanto a los vinos que siguieron a los que actuaron en primer lugar hay que decir que la primera copa se debió a un Arnoux Pére et Fils Grand Cru Corton-Rognet 2005. Un vino muy primario, elegante en nariz, flores, mucha fruta roja, su estancia en madera pasa casi desapercibida, matices especiados y minerales. En boca es muy vivo con su gran acidez, parece casi masticases uva, persistencia media. Creo que sería interesante ver su evolución en botella.

Luego hicimos un hueco a dos Riojas de 1970. El primero de ellos era un Tondonia Gran Reserva de López de Heredia y el segundo un Bordón de Franco Españolas. El Tondonia es un vino que me parece riquísimo desde sus inicios. A pesar de tener 37 años muestra reltivamente pronto una importancia aromática a base de hojas secas, frutillos en licor, especias suaves, un fondo como de hongos, no decae. En boca es elegante, sedoso, con gran estructura, vivo, un balón. Para disfrutarlo sin límites.

El Bordón es sorprendente. Lo noto más especiado y con un fondo como acaramelado, sin la intensidad del Tondonia pero con matices elegantes en el mismo estilo, frutillos en licor, flores secas, tierra húmeda. En boca es donde está hecho un chaval, tremendamente vivo, poderoso (no me confundan este término), con un nervio exquisito, largo y redondo. ¡Brillante!

Venían ya platos más contundentes y decidimos dar cancha a un Jean Leon Cabernet Sauvignon Reserva 1995 del Penedés. Importante capa de color la que presenta actualmente este vino. Intenso en nariz, aromas ahumados, minerales y especiados, fruta roja y negra madura. En boca pienso que le queda tiempo por pulir ese tanino un poco arisco, buena acidez, y persistencia media. ¿Quedan más botellas por ahí?

El siguiente vino fue propuesto por Carlos y me alegro de la decisión. Un Giuseppe Quintarelli Valpolicella Clasico Superiore 1999 que apareció tremendamente tímido en la copa a pesar de llevar un tiempo abierto. Pero necesitaba más y se lo dimos. Color rojo picota intenso, una nariz elegante, fruta roja madura, restos de aromas a hongos, un fondo especiado sutil. En boca lo encuentro delicioso dentro de su todavía rusticidad, acidez muy buena, tanino por pulirse y redondearse. Largo, profundo. Muy bueno. Carlos, espero que guardes algunas más de éstas.

Decidimos probar un Paisajes I 1998 por darle cancha a un 100% garnacha pero no, no convenció y hubo serias dudas. Tampoco estábamos para debates filosóficos y decidimos atacar a los postres.

Para ello, empezamos con un Sauternes Château Filhot Comtesse Durieu de Lacarelle 1981. Un color dorado bonito. La nariz es de mediana intensidad, aromas amielados, orejones, caramelo tostado, piel de naranja. Me convence más que en boca. Aunque no resulta fofo ni cansino y creo que es agradable de beber echo en falta más complejidad, más viveza y más elegancia. Es un tanto corto en el paso final de boca, pero acompañó de forma decente un poco queso y membrillo.

El último vino fue un Lacrima Lui Ovidio rumano. Un vino licoroso que estuvo servido con un exceso de temperatura notable. La nariz era de mediana intensidad, aromas anisados, pasas, cacao. Boca un tanto cálida, de mediana persistencia. Creo que habría que tomarlo con algo menos de grados centígrados para que se mostrase más agradable.
Creo que era el fin de una jornada deliciosa. Gracias de nuevo a los que habéis podido hacer que sea así. Era hora de abandonar el pequeño pueblecito y poner rumbo a Madrid. Pero surgió una propuesta: ¿y si compramos algo de carne y hacemos un segundo acto?

Nadie lo dudó. Un poco de carne, empanada y lo apoyamos con diferentes propuestas vínicas.

Empezamos con un Chantal Lescure Le Clos des Topes Bizot 2005. Un chardonnay borgoñón algo extraño. Hace poco probé un Labet y saqué la misma impresión más o menos. Éste lo veo un poco más vivo, con menos planicie pero de un corte similar, aromas ligeramente lácticos y tropicales, matices herbáceos. No muy intenso ni complejo. En boca tiene buena acidez, entrada sabrosa pero no muy persistente, un punto amargoso al final.

Siguiendo con Borgoña decidimos atacar a tres vinos tintos de diferentes 1er Cru de Savigny-les-Beaune, de Beaune y de Aloxe Corton. Todos estaban elaborados por Arnoux Père et Fils, bodega a la que agradezco el trato dispensado.

Arnoux Père et Fils Savigny-Les Beaune 1er Cru “Les Guettes2005. Color rojo picota de media capa. Nariz intensa, muy afrutada y floral, matices ahumados y especiados. En boca es potente, primario, con muy buena acidez, buena persitencia y dejando un postgusto en donde la sensación de fruta roja fresca destaca por encima de todo. Me gusta sin ser tremendamente complejo.

Arnoux Père et Fils Beaune 1er Cru "En Genet" 2005 muestra un poco más de capa de color que el anterior. Buena base afrutada, especias, toque terroso, cassis. Boca joven, buena acidez, tanino vivo, persistente.

Arnoux Père et Fils Aloxe-Corton 1er Cru "Les Fournières" 2005 me pareció el vino más complejo de los tres, con una nariz en donde se sigue conservando la buena fruta roja fresca de la casa, aromas a violetas, especias, sigo pensando que el trabajo con madera es sutil, una nariz muy intensa, profunda. En boca sigue la línea de la buena acidez, con buena estructura y complejidad, bastante largo. Muy bueno.

Teníamos abierto desde los comienzos un Viña Real Reserva 1991 que me pareció interesante en nariz, aromas a fruta licorosa, un poco de madera húmeda, hojarasca, recuerdos de clavo, nuez moscada. Boca sedosa, con buena acidez, tanino pulido. Bastante elegante, largo. Rico.

Decidimos terminar con un Chateau Dereszla Furmint Late Harvest 2000. Habiéndolo probado anteriormente sigo pensando que un poco más de viveza es lo que le falta a este vino, que aún estando bien en nariz me resulta algo cansino en boca. ¿O igual es que ya era demasiado vino? Todo es posible. Eran cerca de la 1.30 de la madrugada y habíamos empezado a las 14.30 del mediodía.

Acerqué a Carolina y Carlos a su hotel y creo que todos quedamos encantados de la jornada vivida. Lo que hace falta es que se repita de vez en cuando. Por nuestra parte, encantados.

Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)





miércoles, 28 de noviembre de 2007

Transcripción de una entrevista...


Este pasado fin de semana ha habido un suplemento bien elaborado en el Diario de La Rioja sobre el mundo del vino con multitud de opiniones de profesionales. Era un trabajo alejado de las guías más comerciales que aparecieron en otros dominicales y se agradece el buen trabajo realizado por la gente de www.lomejordelvinoderioja.com. Pero me gustaría destacar lo que comenta Don Basilio. Voy a transcribir literalmente las preguntas que le hicieron y sus respuestas. Me parecen muy interesantes:

¿Qué ha cambiado en las últimas décadas?

Casi todo. La madre del cordero está hoy en las viñas, cuyo cultivo ha variado muchísimo, al igual que las herramientas. Antes partíamos de la base de que todas las uvas eran buenas y, si no, hacíamos vinagre. De alguna forma, como decía Peynaud en los años 70, “tanto vale el enólogo, tanto vale la bodega”. Hoy en día esta frase no tiene sentido. Antes había tipicidad en cada zona, sabíamos identificar con el paladar los vinos por pueblos, cosa que hoy somos incapaces. Las plantaciones se hacían injertando el sarmiento del vecino con lo que se conservaba la diversidad. Luego, con los viveros, llegaron los mismos clones para todos. Tenemos un gran problema con la sobreproducción y cuando nos hemos querido dar cuenta es muy difícil volver hacia atrás. Antes se hacía una enología más curativa porque sabías que las uvas eran buenas, luego fue preventiva y ahora podría decirse que es estilista.

¿Cuándo se empieza a intentar volver hacia atrás?

En torno a 1990 se produce un punto de inflexión. Recuerdo que 1992 fue un año muy difícil, y un amigo de Medoc me decía: “¡ah! Mon vieux, triage, triage” (amigo mío, selección, selección), y algunos grandes chateaux hicieron una extraordinaria selección de uvas como única alternativa para impulsar la calidad. En España son los tiempos en que llega Pingus y empiezan a extenderse también las vendimias seleccionadas por una simple razón: se necesitaba actuar sobre la viña. Cuando se toma conciencia y se quiere volver atrás fue con la cosecha 1999, la más cara de la historia y de las más mediocres.

¿Tiene defectos el vino actual?

Más que defectos, diría que nos hemos pasado con el color; cuando por ejemplo el tempranillo nunca ha destacado por esta cualidad. Es una variedad media entre el pinot noir y la cabernet. Antes el color era secundario, pero el consumidor ha comenzado a pedir vinos negros y se ha dado la paradoja de ver vinos horrorosos como si fueran buenos, cuando por lo único que destacan es por su agresividad. Desde hace unos años se vuelve a la finura, la elegancia y la complejidad; es lógico, ¿Quién se bebe una botella entera de 14 o 15 grados?

¿Se pueden hacer vinos hoy como los de antes?

Sí. La gran pena es que hemos perdido la tipicidad de la que hablaba, la de los pueblos, pero también es cierto que los vinos de ahora son mucho más técnicos y, en casos, complejos. Una gran diferencia es que ahora es difícil hacer un vino malo y eso es gracias a la técnica, que permite, por ejemplo, corregir dificultades naturales y climáticas.

Si se preguntan quien es Don Basilio, vean la historia de CVNE.

Un saludo
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viernes, 23 de noviembre de 2007

IEC 6

En esta ocasión elbaranda nos obligaba a “volar” con vinos elaborados por enólogos que prestan sus servicios en diferentes zonas de elaboración. Los llamados “flying winemakers”. Es un término curioso, aunque desde mi punto de vista habría que llamarlos “coupageadores volantes”. Me explico.

Pienso que ellos no realizan el vino en sí mismo, si no que van a las diferentes bodegas que les pagan, catan muestras y deciden mezclas o coupages de vinos de forma bastante rápida y con más o menos acierto y facturan por ello. Por eso, realmente a lo mejor cada uno de estos “mezcladores” visita alguna de esas bodegas a las que asesoran una o dos veces al año nada más. Nombres que nos suenan a todos: Miguel Ángel de Gregorio, Ignacio de Miguel, Sara Pérez, Ana Martín, Telmo Rodríguez, Michel Rolland, Stéphane Derenoncourt, o el propio Mariano García en sus nuevos proyectos tras dejar de pertenecer a la mítica bodega española Vega Sicilia son solamente algunos de los más representativos de esta nueva especie de “consultores vitivinícolas”, término generalmente más asociado, el de consultor me refiero, a multinacionales como puedan ser PwC, Accenture, McKinsey, etc

En fin, que me voy, que me desvío del asunto. Sinceramente me ha costado elegir alguno de estos personajes para después meterme de lleno en alguna de “sus” elaboraciones. Quizá por sentirme bastante futbolero he escogido a Ignacio de Miguel, ya que en uno de sus proyectos están implicados jugadores de lo que en su momento fue la Quinta del Buitre madridista.

El primer vino que he encontrado ha sido un Casalobos del 2004. Proyecto en Castilla La Mancha en donde, además de los jugadores mencionados, intervienen el ex tenista “Pato” Clavet, el ex baloncetista Antonio Martín y el cantante Miguel Bosé.

Este Casalobos lo probé hace relativamente poco tiempo y no me sentí muy reconfortado con el vino, pero bueno, esperaba que las sensaciones cambiasen. Está hecho mediante un coupage de Tempranillo, Syrah y Cabernet Sauvignon con un paso de 12 meses por barrica. Conserva un color rojo picota intenso, de buena capa. La nariz me sigue pareciendo un poco inexpresiva, de una intensidad media, con aromas de frutas rojas en licor, regaliz, especiados que poco a poco se hacen más evidentes, y un fondo de torrefacto, coco, café y chocolate. En esta ocasión me ha parecido notar menos matices herbáceos que la anterior vez que lo probé. En boca sigue siendo potente, bastante tánico y con acidez media, un punto de golosidad al final, así como de caramelo y vainilla.

El segundo vino es El Regajal Selección Especial también del 2004, un vino madrileño a base de Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot, con 13 meses en barrica. A priori y sin probar el vino parece bastante similar al anterior por su composición varietal y su tiempo de permanencia en contacto con la madera.

Pues sí, lo encuentro bastante similar en el color picota oscuro, con esa nariz especiada y tostada algo en exceso, cacao, sí se aprecia algo de fruta roja y negra madura pero echo en falta más expresividad, así como unos ligeros aromas ahumados. En boca no lo encuentro mucho más amable que el anterior vino y tampoco me parece que invite excesivamente a repetir muchas copas del mismo. Acidez correcta, con un postgusto amargoso ya que el tanino se presenta algo secante. Potente con esos 14,5 grados y creo que servido algo caliente puede resultar un poco cansino.
En definitiva, más o menos un mismo estilo para dos zonas no muy lejanas. Tienen también un rango de precios similar ya que ambos oscilan entre los 13 € aproximadamente según dónde se adquieran.

Un saludo

sábado, 17 de noviembre de 2007

Una noche divertida...no en la Ópera

La noche era bastante fría, notándose que el mes de Noviembre está bien presente en este otoño seco que estamos teniendo por estas latitudes, y bastantes gélidas habían sido mis últimas citas con botellas de vino salvo algún apunte particular. Los escalofríos que muchos vinos bebidos últimamente me habían producido necesitaban una compensación en forma de calefactor vinícola, y así se produjo la noche del pasado viernes.

A priori la propuesta no presentaba ni grandes etiquetas conocidas ni fantasmas mediáticos en lo que a esto del vino se refiere, si no cinco botellas muy distintas para tres amigos que se reunían para disfrutar de unas buenas viandas y ver qué iban a depararnos los diferentes 75 cl. que se irían presentando.

La primera idea venía de Nueva Zelanda en forma de botella de Riesling con un tapón negro de rosca: Culley Marlborough Riesling 2005. El vino presentaba un color amarillo ligeramente pálido con matices verdosos. La nariz tiene cierta complejidad y desde luego no engaña en demasía a su origen varietal. Hidrocarburos abundantes, matices metálicos, sutil toque floral y de fruta verde. No estaba mal. En boca se queda un poco apagado y plano, falto de viveza, pero no desagrada en su conjunto. Me parece un vino muy correcto por 10 € (en tienda española) que no pretende ser nada más de lo que es. No comparen ni busquen porque seguro que hay muchos Riesling mejores pero también hay cantidad de vinos blancos mucho más aburridos. Perfecto con unos tacos de salmón a la pimienta y un bacalao ahumado.

A continuación se descorchó un vino de la D.O. Rías Baixas: Adegas Gándara Albariño 2006. Sí, un albariño pero de esos que no suenan entre las grandes etiquetas de la Galicia vitivinícola. A primera vista sorprende un color bastante evolucionado para ser una añada tan joven. En nariz diría que es un vino bastante raro pero a la vez bastante interesante. Jamás hubiera dicho que eso era un alabariño si me lo dan a probar a ciegas…si no que me hubiera tirado más hacia algún Sauvignon Blanc de nuestro querido Valle del Loira. ¿Dónde están esos plátanos, mangos, y tantos tropicales baratos junto a pastelería abundante que se vislumbran en muchos albariños tan sumamente comerciales y que tan gustosamente dan determinadas levaduras? Pues desde luego, en este vino no o al menos no los aprecio. Unos aromas vegetales iniciales intensos, así como manzana verde, pera, aportes de humedad y matices de oxidación. ¡Leches, es raro el vino en cuestión!. Y en la boca es también curioso aunque me agrada menos que en nariz por su excesivo amargor final. Buena acidez y cierta untuosidad pero para mi lo desvirtúa un poco un cierto tanino más verde de lo normal. Pero aún así, un albariño francamente diferente e interesante respecto a lo último que he probado. Para seguirlo un tiempo a ver cómo va en la botella. Y creo que debe andar según comentó uno de mis amigos sobre los 5-7 €. Buena compra.

Mi pequeña aportación se basó en dos vinos de una bodega que desconocía pero que pude probar alguna muestra de otras añadas en una feria del año anterior en Alemania y que decidí hacer un acopio pequeño de casi todos sus tintos para probarlos con más calma: Arnoux Père & Fils. Decidimos abrir ambos vinos en el momento de iniciar el picoteo por lo que en el turno de tomarlos llevarían ya sobre una hora abiertos. El primero de ellos era un Savigny 1er Cru “Les Peuillets” 2005. Un color rojo no demasiado intenso y de media capa da paso a una nariz de muy buena intensidad donde los aromas primarios son sumamente evidentes. Muchas flores y frutillos rojos se combinan con ciertos toques minerales y especiados, matices de hierbas aromáticas, la barrica apenas se nota. En boca el vino reproduce su carácter primario, muy joven, muy vivo, con una acidez tremenda y un amargor final muy elegante. Es largo, gustoso, no cansa beberlo. Delicioso.

El segundo fue un Beaune 1er Cru “Les Cent Vignes” 2005 y sigue la misma línea que el vino anterior aunque lo encontramos un pelín más maduro, más hecho. Sigue siendo un vino complejo tanto en nariz como en boca, con viveza, elegancia, estructura y complejidad. Fantásticos los dos vinos. Veremos la evolución del resto próximamente pero he descubierto en estos dos vinos un nuevo valor que me seduce en la Borgoña. Como el resto sea del estilo…la siguiente compra va a ser mayor.

Terminamos con un Châteauneuf du Pape “Clos du Mont-Olivet” 1999 de Les Fils de Joseph Sabon. Fantástica sorpresa tanto en nariz como en boca, un vino ideal para tomarlo ya. Está totalmente pulido, sedoso, no aguantará quizá larga guarda pero ahora mismo es puro disfrute. Y por los 17-19 € que creo que cuesta es una acertada elección.
La nariz desprende aromas un tanto atrufados, de hojarasca seca, olivas negras, fruta negra madura. Y en boca muy bien pulido y equilibrado.

Hubo embutidos, quesos, paté, e incluso algo de agua. Y buena conversación.

Fin de una jornada que ha sido muy interesante desde mi punto de vista. Ya se notaba un poco menos el frío.

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The Show Must Go On (Queen)