lunes, 17 de diciembre de 2007

Felicidad en Cantabria (II)

En Mogro quedan algunas playas con dunas, de las pocas existentes en el Cantábrico. El pueblo es pequeño, con paisajes de la Cantabria que todos tenemos en mente, y Milagros Golf era el lugar escogido por Andrés para que Anselmo nos deleitara con algunos “bichos” de los que ellos acostumbran a trabajar. Hablando la tarde anterior del tema que se estaba preparando la jornada parecía que tenía buena pinta. ¡Y vaya si la pinta fue buena!

Junto a los “bichos” llevamos entre todos un amplio surtido de botellas en donde se prometía dar una espiral viajera interesante hacia regiones vitivinícolas muy diferentes. Admirando las vistas del mar desde lo alto de la cristalera del comedor me sirvieron una copa de un Carl Sittmann Riesling Kabinett Trocken 2004. Un Rheinhessen bastante plano e inexpresivo en la nariz, con ciertos aromas a fruta blanca fresca y lácticos que no me identificaban mucho con la uva. En boca lo encontré algo mejor, agradable de beber, acidez media y no muy persistente. De esas selecciones que suelen sacar unos grandes almacenes conocidos por todos en España y al que tampoco se le pide mucho.

Alemania no iba a volver a presentarse en la copa, a pesar de que ya sabemos de los grandes vinos blancos que ahí se producen. Seguía observando el paisaje e intercambiando opiniones sobre diversos temas cuando un Ribeiro intentó llamar a mis puertas organolépticas. Se trataba de un Casal de Paula 2006 elaborado con un coupage varietal a base de 75% de Treixadura, un 15% de Torrontés y un 10% de Albariño. En nariz es más complejo que el vino anterior, con matices de hierba mojada, manzana verde, flores silvestres, un pelín vegetal para mi gusto. Esperaba las mismas sensaciones vegetales en boca pero no, lo encontré un tanto domado, con acidez correcta pero no demasiado viva para ser un vino relativamente joven, un punto amargoso suave al final. Ahí alguien sugirió que nos sentásemos a disfrutar de un primer entrante a base de anchoas, ventresca y algo más que no recuerdo ahora mismo el nombre pero delicioso.

Llegó el turno de un mágnum de Valedorras: Pedrouzos 2004. Un 100% godello de, la que dicen, es la mejor viña de Galicia y del que solamente se elaboran vinos en estos formatos de más volumen y destinados al comercio exterior. El vino es de un bonito color amarillo con reflejos verdosos de mediana intensidad. La nariz es franca, directa, sin enmascaramientos maderiles, muy mineral, cítrica, un toque de hierba aromática sutil, compleja y bastante intensa. En boca es ligeramente graso, con volumen, buena acidez y bien equilibrado. Buena persistencia. Un Godello que me ha parecido más que interesante y al que intentaré seguirle la pista. Y si seguimos pistas estaba mirando de reojo los camarones y bogavantes que estaban esperando ser degustados. Anselmo, colega…te has pasado. Tremendo.

Saliendo de la Península Ibérica (luego volveríamos) decidimos acoger en nuestras papilas a un vino austriaco: FX Pichler Grüner Veltliner Federspiel Loibner Klostersatz 2003. la verdad es que estaba más hermético que los cerrojos defensivos que suelen poner ciertos entrenadores de fútbol. Ligeros toques terrosos, albérchigos y especias. En boca tiene un comportamiento más dinámico, alegre y vivaracho, ligeramente corto en su paso final pero creo que sería ahora mismo perfecto para beber con un gran catarro, de esos que no hueles nada pero conservas el gusto. Igual en unos años el vino se desarrolla más en nariz (o soy yo el que debo ejercitar más las fosas nasales).

Mientras tanto pedimos que nos sirvan un Azienda Agrícola Gulfi Carjcanti 2003. Un blanco siciliano más que interesante. Color amarillo de buena intensidad, con una nariz potente, especias blancas, toques de talco, fruta blanca madura, y un toque como de cereal. En boca es sabroso, con buena acidez, elegante y potente, postgusto especiado. Bastante largo y muy interesante. Buena recomendación Manu esa visita al Trimani romano. Habrá que volver ¿no?

Y mientras le seguimos dando al bogavante y camarones. No salieron tenazas disparadas. Una lástima.

¿Y si metemos ahora un blanco de Provenza? La idea proporcionó caras de satisfacción, al menos en el que suscribe. Hace unos días terminé el tinto Trevallon que me gustó bastante y apetecía probar un blanco de aquella región. Pues al grano: Château Simone Grand Cru 2003 de la Appellation Palette. Clairette y Ugni blanc en una copa junto a algo que me da la impresión de Garnacha blanca. Un vino muy brillante, muy complejo en nariz (florales, romero, especias, fondo vegetal y un recuerdo como a hoja de acacia). En boca está un poco más prieto, con buena acidez y buena estructura, postgusto largo para un vino que me ha parecido delicioso pero que creo que un buen tiempo en botella puede ayudarlo bastante.

Llegaba el turno de Borgoña con Domaine Leflaive Puligny-Montrachet 2001 en formato mágnum. 100% Chardonnay. A veces es cierto que se reconocen más los vinos de ciertos Crus de este elaborador y nos olvidamos de cosas más genéricas pero que con unos ciertos añitos reposados en botella se puede obtener un alto grado de satisfacción. Y este es el caso. Un delicioso Puligny, amarillo de mediana intensidad, nariz intensa en aromas de fruta blanca, ligeros florales y especias, un toque de grasa, un toque de brioche muy sutil, y minerales. En boca está muy vivo, con ganas de liquidar los últimos retazos del bogavante, acidez magnífica y profundidad y largura en el paladar. Muy rico.


¡¡¡Unos bichos rojos grandes asoman por ahí!!! ¿Quién dijo miedo? Unas langostas tremendas estaban haciendo acto de presencia en el comedor. Querían volver al mar cercano pero creo que eso era una misión más que imposible. Una maravilla.





Llegó el turno de abordar un “vinito” del Loire: Huet Le Clos du Bourg Sec 1973. Un Chenín Blanc magnífico de un no menos excepcional elaborador. No muy evolucionado en color y con una nariz intensa, compota d emanzana, fruta madura, toques amielados y acaramelados y un intenso aroma mineral que envolvía el conjunto. Tremendo. En boca es más alegre que la Feria de Abril sevillana, vivo, danzarín, largo, profundo, intenso, con tremenda acidez en sus casi 35 años de vida. Bufff, una pena que no hubiera más botellas porque me ha parecido muy bueno.

Siguiendo con el Loire cambiamos de registro a un 100% Cabernet Franc: Domaine de Montgilet Les Yvonnais Anjou Villages Brissac 2001 de Victor et Vincent Lebreton. Tiene un color granate oscuro de media capa, nariz un tanto animal en sus inicios, pero no permanece invariable. Evoluciona hacia fruta negra madura, con recuerdos especiados intensos, y un fondo como de mermelada de ciruela. En boca me convence más y destacaría su tremendo final, con buena acidez, bastante largo con sensaciones intensas de frutos negros y un tanino muy elegante. Mejor en boca que en nariz.

Y seguíamos con algunas de las “hijas” del Cantábrico.

El Domus 1996 de Venta D´Aubert que apareció en la mesa estaba muy curioso. Intensos aromas terciarios iniciales (cueros, grasas), madera vieja, fruta roja madura conservaba. En boca me pareció un poco más apagado, un tanto ya iniciando esa curva de descenso, con viveza mediana y muy redondito. Persistencia media.

Sacamos a comparar dos tintos Riojanos: un Murúa Gran Reserva 1983 con un Marqués de Murrieta Ygay Etiqueta Blanca 1982. Para mi resultó, dándole bastante tiempo en la copa, más interesante el segundo que el primero. Mas matices en nariz (notas terrosas, ciruelas negras, regaliz, café, tostados suaves) y una mayor elegancia en la boca hizo que la paciencia con el Murrieta se viera recompensada. La verdad es que con tantos vinos hay veces que bebemos demasiado rápido y no esperamos a ver el posible potencial que nos ofrecen algunas elaboraciones. No es el mejor Murrieta que he probado ni de lejos, pero me gustó.

Llegó la hora de dejar limpito el marisco y enjuagarnos con un concentrado de naranja para calmar al estómago. He de decir que me agradó la frescura que tenía.

Un primer champagne como el Claude Cazals Grand Cru Le Mesnil –Sur-Oger abrió bien el turno cafetero. Burbuja fina y abundante, fruta blanca fresca, muy floral, frutos secos y matices avainillados. En boca tiene el carbónico bien integrado, acidez muy buena y un final amargoso leve. Elegante y muy rico. Recomendable.

Antepongo un delicioso Hermitage Vin de Paille 1999 y un Belem´s Malvasía de Madeira 1934. El primero es de la Cave de Tain y se muestra exuberante en nariz, con toques de orejones, pasas, piel de cítricos, un matiz ahumado y amielado. Boca con magnífica acidez, largo, denso, casi un poco oleoso, largo, vivo. Muy recomendable.

El Madeira se presenta en tonos marronáceos, con aromas iniciales de barnices, un golpe alcohólico inicial, frutos secos, matices salinos. En boca es largo, de nuevo con recuerdos a frutos secos y ligera pasificación.

Llegaba el turno de la sobremesa larga, tendida, charlas de historias de aquí y del más allá, siempre con el vino como telón de fondo y con tres champagnes que iban a acompañarnos en el final de la velada:

Taittinger Comtes de Champagne 1989

Salon Blanc de Blancs Le Mesnil 1985

Dom Perignon 1975



Pues miren ustedes, no me apetece escribir más. Sencillamente orgásmico.
Ahí se decían unos Salonistas, otros Krugistas, otros Cristalistas…yo me declaro (no piensen que abstemio a estas alturas) “Disfrutista” (¿existe?...¡¡¡que lo ponga la R.A.E!!!)

Te giras la silla, ves el mar..., el champagne…, las olas..., el champagne..., la arena…, el champagne…, los Picos de Europa …, el champagne… Ah, se me olvidaba: el CHAMPAGNE (con mayúsculas).

Sobran las palabras.

Solamente quiero interrumpir este momento de recuerdo de esas tres delicias para dar mi agradecimiento a todos los que han hecho posible este fin de semana: Ana, Diana, Andrés, Anselmo, Aitor, David, Manolo, Nacho, Pedro y otros amigos cántabros que estuvieron presentes y que, perdónenme, pero no recuerdo sus nombres.


Un verdadero placer.
Un saludo
........................................................
The Show Must Go On (Queen)












7 comentarios:

Olaf dijo...

Que maldito, menudo atracón de bichos, ya me imagino ahí con cualquiera de esos tres últimos champagnes, frente al mar... la envidia me corroooooe!

elbaranda dijo...

Iñaki, después de leer -y pasar la fregona al parquet- tus 2 comentarios sobre la "romería" -que diría Bosco- en Cantabria, me surge una pregunta:
¿Entre sesión y sesión que os hacéis una transfusión completa? ;-))

PD: Ya estás pasando el nombre del lugar donde os pusisteis hasta las trancas de mariscos varios.

Carlos Rodriguez dijo...

Iñaki, me niego a decir nada, no queda nada que añadir a lo que has escrito. Si vuelves a escribir otros post como estos 2 dejo de hablarte, :--))
Saludos
Carlos

IGLegorburu dijo...

Olaf, si los peores bichos éramos nosotros :-))) La pena era no tener tres manos para agarrar las tres copas de champagne mientras las olas rompían en su llegada a tierra firme.

Ya sabes, amigo Mario, que soy fan de los Stones...dicen las malas lenguas que alguna vez se hicieron transfusiones sanguíneas. Pues ídem. Los viejos rockeros nunca mueren :-)))

Carlos, no seas así...quedarte mudo es absurdo con las cosas sensatas que dices :-)

manuel dijo...

Ah, así pos sí...:-)

Pero en serio, como viaje de descubrimientos con el Carjcanti de Gulfi y el Simone hubiese bastado. Todavía recuerdo aquel momento cuando mi gran amigo Jeff Connell--entonces de Asto Wines--me puso en la mano una botella del Carjcanti 2001 y me dijo "tienes que probar esto".

Luego surgiría entre el grupo que ya conoces aquella frasecilla de "Un muscadet del Norte de Africa".

El 2003, por ser la añada como fue, es el único del que no compré, fíjate. Me alegra saber que anda tan bien.

M.

La Guarda de Navarra dijo...

Huelga hacer comentario alguno.
Como diria mi abuela, si la envidia fuera tiña cuantos tiñosos habría.
Go on, go on.

Anónimo dijo...

Cochina envidia como decimos por aqui.
Espero que esta sublime experiencia quede en el recuerdo de los asistentes por muchisimo tiempo.