sábado, 31 de mayo de 2008
A disfrutar de un clásico
miércoles, 28 de mayo de 2008
Presentaciones
Por eso, desde Baba O´ Wines proponemos distintas presentaciones futuras para los diferentes stand´s de las bodegas:
Una opción divertida podría ser traerte a esta gente:
http://es.youtube.com/watch?v=bXJpexY7FSU
Aunque me parece mucho más interesante la siguiente propuesta:
http://es.youtube.com/watch?v=fqXYwNDrU8k
¡Un crack!
Y sugerente:
http://es.youtube.com/watch?v=ve766U7RPME
A este paso el vino se agotaría pronto:
http://es.youtube.com/watch?v=NtKfWDVLuJk
Escojan. Si quieren me ofrezco de presentador de este club de bodegas. En plan Gaby en el circo. Como decía mi siempre admirado Groucho Marx: "Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio"
¿No creen que falta sentido del humor en todo? A mi me lo parece…
lunes, 26 de mayo de 2008
Ciclo vegetativo (II)
El desborre se produce paulatinamente y aprovechando la acrotonía de la vid (creo que comenté alguna vez esto), es decir, empieza a hacerlo por las yemas más alejadas. Lo normal es que para que se considere que la planta ha desborrado, lo hayan hecho al menos el 50% de sus yemas, lo mismo que se considera para otros estados vegetativos.
El asunto que más quebraderos de cabeza me produce es el riesgo que existan heladas en estas fechas y machaquen ese inicio de brotación en la planta. Lo que suelo hacer es actuar sobre la fecha de poda para intentar evitar esos daños por posibles heladas, ya que tanto podas muy tempranas antes de que se caigan todas las hojas, o hacer podas tardías incluso después del desborre suelen retrasar desborres posteriores. Existiría otra forma curiosa de actuar pero que por problemas legales se me impide hacer y es aprovechar esa acrotonía que comentaba que tiene la vid. A ver si consigo explicarme…
A mi el Consejo Regulador me permite 12 yemas/planta en la poda. Imaginemos una vid en vaso con tres brazos y dos yemas a cada lado tras la poda. En total serían las 12 yemas. Pero si por ejemplo, en vez de podar a 2 yemas pudiera podar dejando más yemas para que por la acrotonía brotaran las yemas superiores y se inhibieran las otras, si viene una helada se cargaría esas primeras yemas, podaría de nuevo y ya definitivamente dejando las 2 yemas iniciales que estarían intactas. Claro, el compromiso debería ser mantener esas 12 yemas finalmente…Y ahí, el pillaje de la gente puede tender al infinito…
En fin, lo mejor es que no hiele :-)
Posteriormente al desborre, el pámpano iniciará una fase exponencial de crecimiento que se detendrá hacia el mes de agosto con el inicio del agostamiento como ya comenté. Hombre, puestos a pedir lo ideal sería que ese pámpano midiera sobre 1,20-1,30 metros pero como el suelo sea muy fértil a ver cómo controlamos el asunto.
Todo lo dicho puede verse alterado en función de las diferentes áreas geográficas y por supuesto de la elección de patrones o portainjertos que escojamos en aquellas zonas donde sea necesario, ya que hay patrones con ciclo más corto que otro, que son menos vigorosos y la maduración se ve adelantada en el tiempo.
Junto al ciclo vegetativo existe una superposición, que es el ciclo reproductor, de vital importancia para la vid y del que daremos cuenta próximamente. Ahí, todo lo referente a la producción de uva es lo que adquiere la máxima relevancia y veremos cómo las condiciones de más de un año son importantes para obtener un buen resultado.
Pero hasta entonces, sean buenos (lo justo) y disfruten (les dejo algo para que les ayude a esto último):
http://es.youtube.com/watch?v=3DXCHa9BYfE
http://es.youtube.com/watch?v=ruzwBbV2xwc
A mi me parecen mejor que Rodolfo Chikilicuatre pero vamos, sobre gustos…
Un saludo
domingo, 18 de mayo de 2008
Cigaleñada
Aparecimos, cual conejillos de Indias dispuestos a sufrir experimentos y ensayos vitivinícolas en nuestro cuerpo, a eso de las 13.30 en la puerta del quirófano, de la mesa en la que diversas operaciones iban a ser realizadas por el “cirujano” Andrés Conde y su equipo de probatura, que en este caso comprendía parte de la Peña El Sarmiento junto al lujo que supuso que se nos unieran dos personas a las que se las nota que también disfrutan de esto como son los amigos Sobrevino e Idoia. Un placer.
La primera prueba que propuso Andrés se basaba en un Jura, el Château Chalon 1997 de Jean Macle. Se ha hablado mucho del estilo de esos grandes vinos españoles que son los que forman el Marco de Jerez y esta propuesta tira un poco por ese camino. Con una nariz intensa, punzante, con ciertos toques de salinidad el vino se muestra espectacular. Con menos alcohol (13% vol.) que los finos o manzanillas pienso que, en mi caso, es un vino que se puede beber más tranquilamente a dosis mayores. Con una boca bien estructurada y de buena persistencia, quizá menos potente que la de un buen fino o manzanilla, el vino deja un postgusto herbáceo, ligeramente amargoso, pero con una gran elegancia. Con unos platos de ibéricos la sensación que percibí fue de una plena satisfacción.
¿Y si comparamos ahora dos vinos blancos con cierto tiempo ya en botella? Mientras decíamos que sí aparecieron unas soberbias sardinas marinadas y unas anchoas bien ricas…Eran el preludio a dos vinos muy grandes, diferentes entre sí y que iban a deparar buenas conversaciones.
Primero empezamos por un Borgoña y se sirvió el Criots-Bâtard-Montrachet Grand Cru 1989 de Hubert Lamy. Un color amarillo potente muy bonito se muestra sobre la copa y la nariz aparece relativamente franca y directa desde un principio. Aromas de fruta madura, como en compota se combinan con tostados bajo un fondo de humedad y de apuntes minerales, empiezan a notarse aromas muy suaves de caramelo tostado, fruta escarchada. Muy compleja y muy buena…
Apareció también en la mesa un Marqués de Murrieta blanco Ygay 1982, que para mi estaba en nariz más parco que el Borgoña. Quizá matices más de orejones, pasas, todo algo más maduro…pero probando ambos en la boca, el Murrieta es una auténtica pasada. Una estructura y acidez apabullante, complejidad, densidad, volumen…hacen que a su lado el Borgoña que, aún estando tremendamente bueno, sea algo inferior. ¿Y la longitud del Rioja?...Pues eso, largo de narices.
Y mientras el mero iba desapareciendo del plato…jugoso, tierno, rebozado, sin artificios…como los tres vinos que llevábamos.
Desafortunadamente, nos salió defectuoso un Pommard 1981 Clos de Epenaux de Comte Armand, elaborador por el que desde luego siento un grandísimo respeto en esa parte de Borgoña porque me ha dado sobradas muestras de los excelentes vinos que hace.
Por tanto, se puede decir que el inicio de los tintos empieza ahora y fue con una propuesta soberbia: Paternina 1928. Habiendo hecho hace unos meses una interesantísima vertical de añadas antiguas de esta bodega con un resultado más que satisfactorio (al menos hasta 1964 desde mi opinión), reencontrarme con un Paternina de la década de los 20 no hizo si no llenarme de alegría…y más, después de probar el vino. Con un color atejado pero con una gran capa, la nariz empieza a mostrar unos perfumes que no muestran para nada agotamiento en el vino. No sabría muy bien cómo definir esa mezcla de aromas entre tierra y barro que tiene en sus comienzos el vino, no se viene abajo, va mostrando aromas de hojas secas, mucha madurez, traducida en la boca a la redondez, pero sin morir, a la viveza, al homenaje, un placer para los sentidos. Me pareció una gozada.
Más cálido y con toques golosos apareció el Viña Real Reserva Especial 1940. La cosa iba de tintos riojanos y ahora tocaba un exponente de una añada un tanto cálida, que se presentó como lo que suelen ser estos vinos. Mucha “chicha” detrás de ellos, con imponente capa, con más profundidad que algunos vecinos, ciertos toques golosos garnacheros. Largo, vivo…Una pena que se acabaran las dos botellas porque eran vinos tremendamente disfrutables.
¿Y los entrecots? Hubo que pedir tres…tanto hablar y disfrutar de los vinos que comíamos casi sin enterarnos. ¡Olé!
El siguiente y último tinto apareció a ciegas. Pero mostró una cosa bastante evidente (lo cual dice bastante a su favor) que enseguida dijeron algunas personas: Borgoña. Sí, olía a Pinot Noir. Y a suelo, y a lilas, y a violetas, y a trufas, y a piedras, y a chocolate, y otras veces frutillos, y mucha intensidad, y más…y un color rojo-rosáceo, no muy intenso. Y una boca eléctrica, nerviosa, mucha estructura, elegante, largo, profundo, evocador, te transporta allí, con necesidad de apaciguarse un poco pero ya tremendamente disfrutable a pesar de que no parecía tener excesivos años. Resultó ser un Échézaux 2002 de Domaine de la Romanée-Conti. Buena añada la que nos cambió el “cirujano”. Pues bien, sigo con la mente en Échézaux, en Vosne-Romanée…y pienso también en el otro, en el de las hermanas, que me enamora... Muy bueno también.
Quesos, hojaldres y helados aparecieron mientras una fantástica sydre Poiré Granit de Eric Bordelet se nos derretía en la boca. Hecha de peras, con más de 200 variedades distintas según indica la etiqueta. ¡Y no había gaitero por allí!
La traca final la puso Andrés Conde. Y nosotros tan felices, le dejamos hacer a él.
¿Cuál es el vino más viejo que habéis probado? Nos fue preguntando uno a uno. La conclusión es que ninguno llegaba a 1875. Pues dicho y hecho: Madeira Barbeito Malvazia 1875. Con sus 133 años desde que se vendimió esa uva y el “cabr%&$#” está con más aguante que yo. Está claro que las personas envejecen peor que algunos vinos…Siglo XIX.
El vino tiene un abanico aromático denso y amplio, pero es en la boca donde no encuentro palabras para definir las sensaciones y emociones encontradas. ¿Y para qué quiero describirlo? Eso digo yo. Disfrute.
Lágrimas había que echar tras aquella jornada en donde de nuevo, La Cigaleña la vuelvo a reivindicar como lugar de peregrinaje. Es mi religión. Amigos y buena compañía, buena comida y excelentes vinos. Y la bahía al fondo.
Simplemente: Gracias a todos los que habéis hecho posible semejante jornada.
Afortunadamente descansamos un poco y decidimos picotear algo por la noche allí mismo (hicimos un aperitivo con un Macon básico 2006 de Comtes Lafon delicioso). Unas ensaladitas, unas almejas deliciosas, mollejas y un pez de San Pedro hicieron las delicias de la mesa. Y también lo acompañamos con algo de líquido además de la siempre presente agua Solares.
El mágnum Volnay 1er Cru Les Champans 2000 de Domaine de Montille se mostraba tremendamente fragante en la nariz, muy perfumado, con flores, frutillos rojos, hierbas, ligeros toques de tostados, y bastante terroso. En boca el vino es muy sabroso, de medio recorrido, no excesivamente profundo, un tanino bien integrado y media acidez. Para mi estaba mucho mejor en nariz que en boca.
Lo mismo me sucedió con el siguiente vino: Goliardo 2006, un tinto de Rías Baixas elaborado con la variedad Caiño y que se mostraba curioso, atractivo en su media intensidad aromática, con una buena integración de aromas primarios y secundarios. En boca me pareció que estaba bebiendo un vino diferente al del resto de amigos que compartían mesa, ya que le notaba una acidez bastante mediana, pero allí se decía que tenía muy buena acidez. Sí aprecié, en cambio, un ligero amargor en el postgusto que no me desagradaba. Curiosa y diferente esta propuesta.
Y mientras se hablaba de lo divino y lo humano, del panorama vitícola, de otras zonas, de la amistad, de etiquetas de aquí, de los eunucos, de etiquetas de allá, de añadas, de la vida…
Terminamos con un Château de la Negly 2000, un vino del Languedoc mayoritariamente de Monastrell y con algo de Garnacha en esta añada, y que me resultó soberbio. Con gran potencia, de los del puño tieso como digo yo, pero no exento de elegancia. Tremendamente vivo y juvenil…me gustaría seguirle en un tiempo. Espero poder hacerlo.
Un saludo
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The Show Must Go On (Queen)
viernes, 16 de mayo de 2008
Ciclo vegetativo (I)
Las fases del primero son claras y definidas, ya que tras la caída de las hojas empieza la vid un periodo de largo de reposo vegetativo, que se empezará a romper por el “lloro” aunque técnicamente no se considera esta etapa como el final del reposo. Posteriormente al “lloro” ocurre el “desborre”, que es el momento por el cual brotan las borras de las yemas y así se acaba el reposo invernal y comienza el ciclo vegetativo. Luego viene la etapa de “crecimiento” y posteriormente el “agostamiento” que durará hasta la caída de las hojas y así el pámpano se convierte en sarmiento (digamos que es madera de dos años), entrando de nuevo en la fase de reposo, a partir de la cual se repite de nuevo el ciclo.
Claro, estas fechas deben ser tomadas como meras aproximaciones, y referidas al Hemisferio Norte aunque existe múltiple variación de unas zonas a otras pero por concretar algo: Lloro hacia el 15 de Marzo, desborre hacia el 15 de Abril, detención del crecimiento hacia el 15 de agosto y caída de la hoja hacia el 15 Noviembre.
Así, sin abandonar el reposo vegetativo, la vid empezará a “llorar”, que no es otra cosa que la expulsión de agua y sales minerales por las heridas que la planta tiene de la poda. Es, digamos, savia bruta. Este lloriqueo de la vid (que puede llegar a ser de unos 5 litros por cepa) me indica que el sistema radicular ha empezado a activarse por fenómenos osmóticos y que más o menos se ha alcanzado una temperatura de 10-12 ºC (ya se sabe que cada patrón o portainjerto es distinto, pero siempre trato de hablar de una forma general).
Como ya he dicho, es principalmente savia bruta lo que se expulsa por lo que tampoco la planta sufre un debilitamiento intenso por este proceso ya que no es materia seca lo que se está eliminando.
Y este lloro cesará por la actuación de hongos saprofitos y por el inicio de las borras y brotación de yemas. Aquí se plantea una cuestión que a lo mejor a más de uno le ha podido surgir y es la relativa al movimiento de los líquidos que se produce dentro de la vid. ¿Cómo sucede esto?. La verdad es que existen dos teorías al respecto que se combinan entre ellas. La primera se refiere a la presión osmótica radicular, teoría que se relaciona con esta fase del lloro que he comentado, y es que el suelo es como si fuera una solución hipotónica y entonces pasa agua y sales a la raíz que tiene una solución hipertónica. La segunda teoría se basa en la presión vegetativa, es decir, en las fuerzas de tensión y cohesión existentes en donde la transpiración es el agente que causa el movimiento de líquidos en la vid y esa fuerza de tensión se prolongará hasta las raíces haciendo que se absorba el agua. A partir de aquí, se propuso una fórmula para calcular ese caudal de líquido de forma teórica:
Q = (P * D/L) * Constante; siendo Q el caudal, P la presión ejercida, D el diámetro del vaso y L la longitud a recorrer.
Así, se puede ver fácilmente que cuanto mayor sea L, más presión se debe ejercer para mantener un mismo caudal. Por eso, en las espalderas muy altas (en donde el denominador L es mayor) la sensibilidad a la sequía es bastante mayor.
En este sentido, es muy curioso observar como, por ejemplo, en el patrón 161-49C (ya hablaremos algún día de él) se originan unas fuertes invaginaciones al crearse mucha tensión, disminuyendo así el diámetro del vaso conductor y existiendo entonces cierto riesgo de muerte para la cepa al ser la tensión tan grande. Es lo que se conoce como folletaje o tirosis. Claro, para que se produzca esto debe existir mucha agua en el suelo y debe existir mucha transpiración que demande a ese líquido.
Continuaremos próximamente con el ciclo vegetativo…el desborre anda cerca. Pero tampoco hay que pasarse, pequeñas dosis combinadas.
Y ahora que se pone tanto de moda la música y su actuación en el vino, les dejo con una opción que me parece recomendable. No sé si para escucharla bebiendo vino, para ponerla durante su elaboración o para que. Me seduce para ambas cosas. Mírame, siénteme, tócame...¿lo dirá el vino también?
jueves, 8 de mayo de 2008
martes, 6 de mayo de 2008
Sissi, puntos Parker no no
Pero la cita nos llevaba hacia la zona moderna de la ciudad, muy cerquita del edificio de Naciones Unidas y en donde una amplia presencia de productos alimenticios españoles (vinos, aceites, embutidos, etc) iba a degustarse. Digamos que la alta alcurnia vienesa en temas de alimentación iba a tener la posibilidad de saborear qué le ofrecían las tierras que en su día fueron gobernadas por su mismo rey: Carlos V.
Mucho visitante casual, prensa, hostelería, importadores, etc. Más o menos lo de siempre. Que si el sumiller de tal sitio, o el responsable de vinos del hotel no sé cuantos, que si la vinoteca X o el restaurador Y.
Pero lo mejor llegó al final. Dos personas de más de 2 metros de altura se aproximan y se les oye decir que buscan vinos de La Rioja y del Priorato. Solamente eso, no de otras Denominaciones de Origen. Y que por favor, que no estén puntuados por Parker y que no sigan esa filosofía de gusto Parker en la elaboración. Que hable el vino por sí mismo sin necesidad de puntos, ni de guías, ni de demás valoraciones que, según iban diciendo ellos, son tan subjetivas como su propio gusto…
¡Rayos! No les cuento cómo terminó la conversación…porque entre otras cosas, da lo mismo.
Ya sabemos que hay miles de gustos en todos los sitios. Pero me resultó curioso que estos señores planteasen objetivos tan directos en sus compras, sin rodeos, al grano. Tan respetables como la vertiente opuesta.
Mucho daría para debatir sobre este tema tan machacado de Parker. Pero me aburre un poco ya. ¡Ayy, qué triste es que para que se venda un vino tenga que venir alguien a puntuarlo y que parezca que esos puntitos ya me certifican que hago buen vino y así el bobo comercio entre en el juego!...snif, snif. No todo el comercio es bobo.
viernes, 2 de mayo de 2008
Más conclusiones
Sí me gustaría mencionar a Hervé Alexandre, de la Universidad de Borgoña y su apuesta por evitar la oxidación de los blancos a través de la exclusión de aire en el proceso de vinificación, vertiente opuesta a la hiperoxidación, es decir, oxidar todo lo oxidable previamente para evitar que luego existan oxidaciones posteriores. Veremos qué sucede porque en los blancos borgognones, desde luego, han existido bastantes problemas de oxidaciones prematuras y muchas voces se han alzado con diferentes teorías…pero desde mi punto de vista, es posible que la industria corchera tenga algo que decir al respecto (o debiera al menos hacerlo).
El señor Paul Chambers, del Departamento de Biología Molecular del Instituto de Investigación del Vino en Australia, hizo una defensa demasiado radical de la modificación genética de la levadura para poder alcanzar, según él, vinos con nuevas sensaciones para el amplio espectro consumidor. Sí me resultó interesante la introducción de un gen en una cepa de levaduras para eliminar la producción de urea y, al minimizarse así la reacción con el etanol, se reduce la generación del carbamato (potencial cancerígeno).
Mucho vértigo en estos temas pude apreciar hablando con algunos asistentes.
Mucho se habló de legislación, de nuevas situaciones ante el próximo “descepe” que se producirá, de “calidad para el consumidor” (sigo sin saber muy bien a qué se refieren con ello)…y del poder de las marcas, trabajo bastante interesante que define la cantidad de etiquetas que somos capaces de beber los consumidores y cómo esa etiqueta de vino puede influir en la valoración que se haga del mismo.
Pequeños apuntes de unas jornadas en donde, desde mi punto de vista, faltó debate en mayor profundidad debido posiblemente a la densidad de temas propuestos.
Un saludo