Ya se sabe que el refranero castellano es bastante sabio y más o menos pude comprobarlo en una degustación preparada el pasado fin de semana en diferentes ciudades belgas. Pero quizá la mayor de todas tuvo lugar en las afueras de Amberes.
La idea era armonizar diferentes quesos con vinos de tres bodegas que producen en zonas muy diferentes: Alsacia, Rioja y Langhe. Vaya, no sonaba mal para uno que disfruta tanto con los vinos como con los quesos.
Me encuentro en la mesa con bastantes copas y un primer surtido de quesos. ¿Por dónde empezamos? Pues por Alsacia, me comentan.
En el plato aparecían un Adriaen Brouwer belga, un Fourme d´Ambert francés, Le fromage de Herve belga, un Livarot de la baja Normandía, un Port Salut del Loire, un Serafina italiano, un Stilton inglés y el Munster alsaciano.
Empezamos con un Denis F. Meyer Riesling 2005 Réserve Ulrich. Amarillo pálido y brillante. En nariz el vino no se muestra muy intenso, un tanto apagado. Notas de flores blancas, manzana verde, hierba y menta. En boca es un vino ligeramente cremoso, con mediana acidez y un poco corto en su paso por boca. Pregunto por el precio del vino y me indican que 7 €. La verdad es que apetecía más darle a los primeros quesos que al vino.
Nos sirven a continuación un Denis F. Meyer Muscat 2005 “Cuvée Patricia”. No sé si esa cuvée será en honor a la esposa, hija, madre o cualquier otra familiar femenina de la familia, pero aquí la cosa cambia y el vino muestra otro carácter. Amarillo más intenso que el Riesling, con una nariz de buena intensidad, frutos cítricos, parece también como albaricoques, hierbabuena leve, no desagrada para nada en nariz. Boca muy sabrosa, con gran frescura y un tanto amargosa, con un sabor ligeramente salino, buena persistencia. Por 6,50 € me parece muy interesante.
Llegamos al Denis F. Meyer Pinot Gris 2005 “Cuvée Fernand” y ya empezaba a atacar al queso Livarot cuando se me ocurre volver al Riesling inicial. Totalmente apagado. Y el Pinot Gris no daba muchos síntomas de tener mucha más luz. Una nariz algo corta y monotemática en aromas florales y lácticos. La gente lo define como aburrido. En boca es cremoso, algo corto de acidez y con un final de mediana persistencia. Por los 8 € que cuesta me quedo con el Muscat, La persona que tenía al lado me pregunta qué opino de la unión entre el Livarot y el vino. Demasiado queso para este vino, la contesto. Opina igual.
El Denis F. Meyer Gewurztraminer 2005 Hagelberg es un vino que me parece bonito. Es de un dorado pálido brillante, una nariz de mediana intensidad pero bastante franca, directa. Aromas como a malvas y violetas, fruta blanca de hueso y un ligero toque como si fuera aroma de anisados. En boca es donde echo en falta más viveza, más frescura y complejidad. La acidez la noto algo justa, un poco cálido el vino. Mediana persistencia y el final se puede convertir en algo cansino. Bonita nariz. 8 €.
Llegábamos ya al Denis F. Meyer Gewurztraminer Vendanges Tardives 2004. Color dorado con algún reflejo ambarino. La nariz es intensa y compleja, con sensaciones de higos, pasas, membrillo, caramelos, almendras garrapiñadas. En boca podría parecer pesado pero es todo lo contrario. Muy fresco, joven, alegre, para disfrutarlo. A esa viveza se le añade buena estructura y un buen equilibrio que hacen que el vino resulte muy bueno. 18,5 €. Me gusta con el Stilton y Munster. ¿Hay más?
La segunda ronda viene con un plato de quesos muy diferentes. Manchego e Idiazabal de la Península, Testun del Piamonte y le Cabricharme belga. Francamente deliciosos los quesos. Del vino, me perdonarán que no hable. De Rioja y la gente quedó satisfecha.
La última tanda ofrecía una combinación de quesos italianos con vinos de ese país. Un Diano D´Alba “Sori Le Cecche” 2004, un Le Cecche Barbera D´Alba 2004 y un Le Cecche Nebbiolo D´Alba 2003.
El primer vino era bastante intenso en nariz, con fruta roja y negra, un toque aromático en hierbas y bastante especiado. En boca es sabroso, con buena acidez, bastante primario, de mediana persistencia y un final de nuevo con sensaciones de fruta en licor y especias. Se tomó junto a un delicioso queso del Piamonte: Toma del Monte Regale. Un buen tandem (8,5 € el vino).
El segundo queso fue el Pineta, que se unió al Barbera (15,95 €) y formaron un dúo un tanto descafeinado. Me gustó más el queso. El vino presentaba un color granate intenso. Nariz de mediana intensidad y algo dominada por tostados y torrefactos, café, vainillas y chocolate fundido. En boca resaltaba un tanino bastante agresivo, con buena acidez y mediana persistencia. Un tanto rústico.
Entre medias llegó un queso delicioso: Tometta di Grotta.
El Nebbiolo me pareció un vino muy interesante (15,95 €) aunque demasiado joven. Muy buena nariz con predominio de abundante fruta roja y negra, la madera bien puesta pero en segundo plano, sin molestar mucho y todo en buena armonía. Aparecen especias suaves (canela y clavo), aromas de pan tostado, cacao. En boca es sabroso, con una acidez tremenda y un tanino muy vivo. Largo. Francamente bueno pero para domarlo un tiempo. Se acompañó de un Murazzano. Buenos ambos.
Bonitas jornadas para promocionar tanto los quesos como los vinos. Al fin y al cabo ya saben, uvas con queso saben a beso.
Un saludo
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"The Show Must Go On" (Queen)
2 comentarios:
Es un absoluto placer poder encontrar la armonía entre un buen queso y un buen vino. Y además no es difícil por que son compañeros y amigos, y rara vez presentan discordancias.
Hay tantos quesos y tantos vinos que las posibilidades infinitas.
¡Que suerte!
Pues tienes toda la razón, posibilidades múltiples en dos mundos apasionantes: el del queso y el del vino.
Un saludo
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